La campaña 2013 está llegando a su recta final y aunque se quiere hacer creer que ya hay un ganador definido con la famosa frase: “este arroz ya se coció”, lo cierto es que aún no hay nada para nadie.
El nerviosismo es evidente en ambos equipos, y pese a que sus corifeos quieren hacer creer lo contrario nadie puede aún cantar victoria, sobre todo porque hay entre un 25 y 30 por ciento de indecisos que pueden inclinar la balanza hacia uno de los lados.
¿Qué queda por hacer? Poco, realmente poco; en el caso del candidato de la coalición 5 de Mayo, Enrique Agüera Ibáñez, tal vez ser más directo en sus señalamiento y asumirse como el hombre que quiere marcar una diferencia.
La dirigencia nacional del PRI ya le hizo saber que cuenta con su total y absoluto respaldo. Por indicaciones del CEN del tricolor, el delegado Fernando Moreno Peña, inició una campaña asociando al gobernador de Puebla con la exdirigente nacional del SNTE Elba Esther Gordillo, con la cual el candidato Agüera no está del todo de acuerdo.
El exrector nunca, durante la campaña, quiso entrar en conflicto con el gobernador, mucho menos contrastar a su administración, tal vez temeroso de que la guerra de “lodo” pudiera arreciar en su contra.
No obstante, hay quienes le recomiendan que en la recta final apriete el paso, ya que no hay vuelta de hoja: Agüera ya no tiene retorno, si no gana la alcaldía difícilmente tendrá cabida en otros espacios, su caída, significaría el fin de su incipiente carrera política y no sería de la mejor forma.
Aunque el académico ha sido consistente en el discurso, le ha faltado el punch necesario para noquear; se asemeja a esos peleadores que teniendo al rival a su merced deciden no arremeter con fuerza, tal vez temerosos de vaciarse en el esfuerzo.
Lo que sí es un hecho es que Agüera resultó el candidato más competitivo; en otras circunstancias el PRI ni siquiera hubiera podido competir contra una coalición que suma a todas las fuerzas políticas y al aparato gubernamental, con todo lo que esto significa.
Una notable diferencia que ha sufrido Agüera en comparación a su contrincante, Tony Gali, es que a diferencia del exfuncionario estatal el exrector no ha podido sumar a todas las tribus de su partido.
Mientras Gali se deja ver cobijado por todas las expresiones del albiazul, en el PRI muy pocos son los liderazgos locales que se dejan ver arropándolo, Melquiades Morales con el pretexto de ser delegado en Oaxaca ni se aparece, Enrique Doger sólo se deja ver para golpear al exrector, Zavala anda en San Lázaro, Blanca Alcalá sólo se deja ver en las fotos y del resto de los liderazgos del tricolor mejor ni hablamos.
Antonio Gali Fayad y sus asesores en la recta final al parecer encontraron ya la razón de voto, lo cual a final de cuentas parece inclinar la balanza a su favor.
Gali en las últimas semanas recurrió a la vieja receta de la abuela: convertir la elección en un referéndum entre el pasado marinista de la Puebla “preciosa” y el supuesto “futuro renovador” que ha traído el morenovallismo.
Gali habla de las grandes obras, del avance, del desarrollo, del no regreso al pasado, pero —por supuesto— omite la inseguridad que ha crecido, los miles de desempleados y el autoritarismo.
La fórmula parece funcionarle, pero más por lo que Agüera ha dejado de hacer, que es convertirse en el abanderado de todos los afectados por el morenovallismo, que por méritos propios.
Siendo un gran candidato, a Gali se le ha visto incómodo, como metido en una camisa de fuerza, sin poderse explayar, como si lo han hecho otros candidatos a diputados, como Jorge Aguilar Chedraui, quien luce relajado y suelto.
El cierre de campaña parece ser el punto culminante de un proceso electoral, el cual ha tenido como principal punto el pésimo actuar del órgano electoral y de los inexpertos personajes que lo componen y que dan lástima.
 
Héctor Alonso vuelve a las andadas
Desesperado por ser un rotundo fracaso como coordinador de la campaña de Pablo Rodríguez Regordosa, el “Kid Bofes” del Congreso local, el inefable Héctor Alonso Granados, anda que no lo calienta ni el sol.
Y es que Alonso Granados le ha fallado al gobernador y al exsecretario de Competitividad, Trabajo y Desarrollo Económico en su aventura por convertirse en diputado local por el distrito 14.
Granados aseguró que él tiene el control de La Margarita y de Xilotzingo, pero ha resultado todo lo contrario, ya que se presencia le resta votos al funcionario morenovallista ahora convertido en candidato.
Craso error cometió Rodríguez Regordosa al depositar su confianza en este personaje nefasto, desde ahora el responsable de los malos resultados tiene nombre y apellido: Héctor Alonso Granados.