La más reñida contienda en la historia de Puebla cumplió a cabalidad con el script que —de manera adelantada— le dimos a conocer en este espacio.
El brutal asesinato del exrector de la UAP, Samuel Malpica Uribe, sin duda marca el derrotero de una campaña en donde la prostitución de la política (clientelismo electoral) y la campaña “negra” fueron la constante ante un electorado que difícilmente se mueve, sino es a través de la dádiva y los regalos.
La frase del profesor Carlos Hank González: “un político pobre, es un pobre político”, hoy más que nunca está vigente. Para poder ganar una elección se necesita dinero, dinero y más dinero.
El fantasma de la ingobernabilidad se pasea en Puebla; ninguno de los actores políticos ha tenido la cabeza suficientemente fría para pensar bien y dejarse de “calenturas”, la apuesta en ambos sentidos ha sido la confrontación y la polarización, lo que no augura nada bueno para el día de la contienda electoral.
En reiteradas ocasiones —en este espacio— anunciamos que el riesgo de la “judicialización” del proceso era real, y es que el actuar de las autoridades electorales ha dejado mucho que desear, el desaseo político fue la constante en el comportamiento del Instituto Electoral de Puebla.
En el pecado van a llevar la penitencia, ya que este grupo de exburócratas operadores seguramente cavará la tumba del proceso electoral de Puebla; al menos hubieran tenido la decencia de buscar gente que supiera del tema.
El órgano electoral ha sido como aquellos árbitros que permiten todo tipo de faltas en los partidos de futbol y terminan por perder el rumbo del encuentro cuando éste se les escapa de las manos.
Se espera que la jornada electoral tenga poca participación, lamentablemente nadie hizo nada para incentivar a la gente a acudir a las urnas, no hubo ese punch en las campañas para alentar a una mayor participación.
El vaticino del encuestólogo David Mendoza se cumplirá; por donde se vea, no hay forma de que participe más del 44 por ciento de la población, será un éxito si se logra una participación del 50 por ciento, lo cual no ayudará a la representatividad de quien resulte ganador.
La campaña de Puebla —y ha quedado asentado a nivel nacional— ha sido una de las más cuestionadas en los últimos años, hay que señalar que esto ha abonado a la presencia de actores políticos “foráneos”, que vinieron hacer de la entidad su laboratorio electoral; ya cumplieron su cometido y el 8 de julio esperemos que estén fuera y se regresen a sus respectivos lugares de origen.
La elección —aunque suene reiterativo— será un gran choque de estructuras y el horno no está para bollos, ojalá que prevalezca la paz y la tranquilidad, a nadie le conviene un estado en ebullición.
¿Doger a la SEP?
Según cuentan los que saben, el diputado local con licencia y aún diputado federal será el nuevo titular de la Secretaría de Educación Pública en Puebla. Así como lo escuchó.
Es un amarre magistral que el también exrector y expresidente municipal de Puebla habría hecho con el morenovallismo, luego de que recibiera la noticia de que no será el nuevo delegado del IMSS en Puebla.
La versión no suena descabellada. El hábil político poblano siempre trae plan A, B y C. Lo único que quedaría por ver es si el morenovallismo está dispuesto a entregarle a Doger una estructura tan grande como es la SEP, lo cual sería visto como un aval para las aspiraciones política de Doger rumbo a 2018, ya que no quita el dedo del renglón en querer ser gobernador.
También, dentro de la rumorología que se desató el día de ayer, se habla de que el nuevo delegado del IMSS en Puebla podría ser Pepe Chedraui; sí, el exaspirante a la candidatura del PRI a la presidencia municipal de Puebla.
O, en su defecto, si Chedraui no la quisiera, entonces ceder el espacio a otro Doger, a José Doger Corte, también exrector de la UAP, en caso de que pierda la contienda electoral del próximo 7 de julio.
En todo caso, lo que es un hecho es que los demonios andan sueltos y vaya de qué forma.