Una vez concluido el proceso electoral, ahora sí ya es tiempo de que se comience a ver el trabajo de la administración que encabeza Enrique Peña Nieto.
Es un hecho que en Puebla ni se ve ni se oye la presencia del gobierno federal, pareciera que no existiera la administración peñista, la cual tiene 5 de calificación en las encuestas que se realizaron, previo y durante el proceso electoral.
Las delegaciones federales son meras oficinas de trámite, los representantes de estas demarcaciones parecieran estar de vacaciones en Puebla, pero lo más dramático es que nadie les hace caso a los llamados delegados.
Resulta de caricatura ver como a más de siete meses de haber tomado posesión como presidente de la República, el gobierno peñista aún no tiene identidad gráfica y muchas de sus dependencias lucen los logotipos de la pasada administración calderonista y su lema “Vivir mejor”.
El gobierno de Enrique Peña Nieto a siete meses de distancia es un gobierno alejado de la población, sin méritos, sin nada que presumir, paralizado por el tema electoral y sin metas claras, que naufraga en medio de la necesidad de las llamadas “reformas estructurales”.
Metido dentro de su propia camisa de fuerza, Peña Nieto debe voltear a ver que es lo que ocurre en el país y qué es lo que ocurre con el partido que lo llevó al poder, so pena de convertirse en otro Ernesto Zedillo, al cual ni siquiera le interesaba el PRI ni lo que ocurriera con este partido al cual de verdad detestaba.
Ya pasó un año de que el PRI triunfó en la pasada contienda electoral, es tiempo de que la administración federal, la que encabezan los que supuestamente sí sabían como gobernar, cumplan con todo lo que prometieron en campaña.
No por nada Luis Donaldo Colosio llegó a decir que cuando un gobierno cumple el partido lo resiente, y vaya que el PRI puede comenzar a resentir la inactividad de la administración federal, que se ha pasado siete meses haciendo anuncios pero sin concretar nada.
Los días por venir son claves para ver qué es lo que informará el presidente de la República cuando cumpla el primer año de administración, de verdad que será muy interesante porque, salvo anuncios, hay poco, pero muy poco que comentar.
Necesaria, una nueva reforma
La reforma electoral que se realizó hace un año no funcionó y ya es un hecho, las cifras así lo demuestran.
Los propios candidatos se quejan de que en la campaña varias cosas no funcionaron, principalmente lo que tiene que ver con los debates entre candidatos a diputados y también con el tema de los topes de campaña, los cuales resultaron francamente ridículos.
En el tema de los debates, la mayoría de los candidatos a diputados se quejan de que a pesar de que fue buena la intención por parte de los legisladores hace falta garantizar que estos ejercicios cuenten con un presupuesto, para que sean transmitidos por los medios de comunicación y se garantice su difusión a través de los mismos.
La mayoría coincide en que se cumplió a medias con el cometido de impulsar la cultura del debate y el intercambio de ideas, pero que su efectividad fue nula, ya que muy pocas personas se enteraron de que se iban a dar estos encuentros.
El otro tema tiene que ver con los topes de campaña fijados y que resultaron francamente ridículos y que fueron rebasados a placer por todos y cada uno de los participantes en la contienda.
Sin lugar a dudas el tema resulta polémico, pero hay quienes se pronuncian porque se libere totalmente el tema y que haya también una libre contratación de medios de comunicación, siempre y cuando todo obligatoriamente se haga público y se transparente, lo cual en lo personal, me suena más que interesante.