Nadie puede dudar que la única forma de ganarle al PRI en las urnas es a través del método de las coaliciones.
Una y otra vez la suma de fuerzas políticas ha dado resultados, sobre todo cuando en esta conjunción de fuerzas están presentes el PAN y el PRD.
El antídoto anti-PRI ha sido factor fundamental para los triunfos electorales, como el caso Puebla 2010, pero también en Sinaloa y Oaxaca, plazas significativas para el tricolor, que no ha encontrado la forma de contrarrestar la fuerza de la coaliciones.
En 2011 el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, evitó a toda costa la unión de las dos principales fuerzas políticas de este país en su elección local. El hoy presidente de la República hizo todo lo necesario para evitar esa suma de fuerzas que hubieran sido fatídicas para sus aspiraciones personales.
Peña Nieto no tuvo empacho en aprobar una “Ley Anticoaliciones” en el Estado de México, así como también el buscar aliados en la izquierda, para evitar la suma del PAN y el PRD en aquel proceso en el cual triunfó el expresidente municipal de Ecatepec, Eruviel Ávila.
Llama la atención que dos años después el ahora presidente de la República haya hecho oídos sordos a los llamados de auxilio de sus correligionarios, que clamaban apoyo para “reventar” las coaliciones electorales, mismas que —hay que decir— se logran cediendo posiciones y buenas cantidades de dinero a los líderes nacionales de los partidos políticos involucrados.
Las coaliciones, sobre todo en Puebla, han demostrado su éxito debido a que convierten las elecciones en una lucha auténtica entre dos fuerzas políticas; el proceso, pues, se convierte en un referéndum en donde, sin un tercero en discordia, es fácil adivinar cuál va a ser el resultado.
Pero no sólo es la suma aritmética de las fuerzas en coalición lo que le da valor a estos bloques, hay otra vertiente también muy importante dentro del modelo, el cual tiene que ver con ocultar los negativos de la marca original.
De este modo, si la marca PAN o PRD tiene alto nivel de rechazo entre la población, la sumatoria de fuerzas políticas bajo un nuevo nombre termina por ocultar ante el elector el nivel de rechazo de las marcas originales.
Puebla ha sido un laboratorio que ha demostrado la efectividad de las coaliciones electorales, y no sería nada raro que en 2015 las fuerzas políticas se pudieran juntar al ver los resultados obtenidos.
La cacería de brujas del CEN
El Comité Ejecutivo Nacional del PRI amenaza con llevar a cabo una “cacería de brujas” en contra de todos los que considera traidores electorales.
Supuestamente, Puebla está en la mira por haberse comprobado que existieron traiciones al interior de este instituto político, de personajes que colaboraron con el morenovallismo.
En lo personal, creo que el CEN del PRI busca “lavarse las manos” y evadir la responsabilidad que la dirigencia nacional encabezada por César Camacho e Ivonne Ortega tienen respecto al proceso electoral de Puebla.
La propia secretaria general del PRI —se supone— tenía como responsabilidad primaria estar pendiente del estado de Puebla y, ¿qué hizo? No hizo nada.
Es muy fácil buscar a los culpables de la debacle electoral del PRI en Puebla y no ver también el resto de los factores, como el externo, que jugó en contra de este partido y de sus candidatos.
La inseguridad gana la batalla
Es lamentable que las autoridades sigan haciendo oídos sordos al grave problema de inseguridad que azota a la ciudad de Puebla.
El pasado domingo en el estacionamiento de Palmas Plaza 10 autos fueron objeto del famoso “cristalazo”, esto ocurrió a plena mañana y sin que ninguno de los vigilantes de la plaza pudiera percatarse de algo.
La gente del estacionamiento también negó haberse dado cuenta de algo, e incluso todavía tuvieron el descaro de querer cobrar por el tiempo en que estuvieron estacionadas las unidades.
Está de más decir que una de las unidades fue robada, lo cual deja muchas dudas sobre la honestidad de los trabajadores del estacionamiento.
Se trata de gente que había acudido a una carrera organizada por Excer Site.
Al mismo tiempo que esto ocurría, en el estacionamiento de Plaza Milenium otros cinco vehículos también eran “cristaleados” mientras la policía dormía el sueño de los justos.