Alfonso Esparza comenzó a trabajar para que en el mes de octubre se convierta en el nuevo rector de la Universidad Autónoma de Puebla, al menos por los próximos cuatro años.
Sólo hay un requisito, dictado desde donde se dan este tipo de recomendaciones: que logre mantener la estabilidad de la máxima casa de estudios en el estado, es decir, que demuestre que él puede tener en sus manos a los grupos más importantes al interior de la UAP y darle su sello personal a la institución. No es mucho pedir.
Desde los tiempos de la pasada campaña, Esparza fue a Casa Puebla a platicar con el Señor de Cerros, ahí recibió una indicación que acató al pie de la letra: no mover ni un sólo dedo para apoyar al entonces candidato de la coalición 5 de Mayo, su exjefe, Enrique Agüera Ibáñez.
El acuerdo se cumplió y, concluido el proceso electoral, Esparza acompañó a una gira de trabajo al gobernador Moreno Valle, ahí hubo mucho tiempo para platicar las cosas, para dejar en claro cuál debería ser el nuevo rumbo de la máxima casa de estudios en el estado, pero sobre todo para recibir el “espaldarazo” correspondiente, el cual fue decodificado en su justa dimensión tanto dentro como fuera de la UAP.
Posteriormente, Esparza convocó a la “clase universitaria” para obtener su respaldo en una comida que no dejó lugar a dudas de quién es el que reúne a los grupos más importantes al interior de la máxima casa de estudios. El mensaje fue más que claro, y llegó a donde tenía que llegar.
La era de Alfonso Esparza al frente de la máxima casa de estudios en el estado empezó el pasado sábado, cuando la UAP llevó a cabo el examen anual de admisión para quienes aspiran a ingresar a esta institución y al cual acudieron más de 36 mil estudiantes para buscar un lugar en la universidad.
Por supuesto que tal vez por ahí surja algún contendiente para Esparza y que le dispute la rectoría de la UAP, no es raro, hay grupo tratando de hacer su lucha y disputarle el control de la institución, pero ninguno con la fuerza suficiente para poderle hacer “sombra” a quien también tiene una amplía trayectoria al interior de la universidad.
Y es que a nadie le debe espantar que Esparza ahora asuma el control de la UAP y poco a poco se vaya deslindado de su antecesor, así ha sido siempre.
El nuevo rector toma el control y poco a poco se distancia de su antecesor, así sucedió cuando Enrique Doger Guerrero heredó la UAP de su primo José Doger Corte, y, a su vez, Enrique Agüera Ibáñez también lo hizo de su tocayo, son las reglas no escritas.
Esparza tiene todo agosto y todo septiembre para consolidar su posición al frente de la máxima casa de estudios, muchos ojos están puestos sobre el nuevo rector, el cual tiene como principal reto mantener a la UAP como una institución consolidada en el plano académico, pero también como lo ha hecho, con los grupos en calma; si lo hace, no tendrá problemas para quedarse al menos los próximos cuatro años al frente de esta institución.
 
A romper el marasmo
Ahora sí, los delegados federales no tienen pretexto, la cabeza de muchos está en juego si no comienzan a dar resultados inmediatos, así se determinó desde México.
La Cruzada Nacional contra el Hambre, el programa estrella de la administración federal, arrancó y no se trata de un programa a corto plazo, es un esfuerzo a seis años para abatir los graves problemas de rezago que agobian a una muy buena parte de nuestro país.
El proceso electoral concluyó y para los delegados federales se acabaron las vacaciones, desde de la ciudad de México esperan resultados.
Hay una especial énfasis en el trabajo de delegaciones como Progresa, Sedesol, Comisión Nacional para la Atención de Pueblos Indígenas, Sedatu y la SCT, en donde se esperan resultados de inmediato, si es que sus titulares quieren ganarse su próxima curul federal, que es la verdadera aspiración de varios que ocupan estas posiciones.
La época electoral fue un buen pretexto para comenzar a preparar programas pero, una vez que ésta concluyó, llegó el tiempo de los resultados, al menos eso es lo que se dice en México; y si no, pronto también —cuentan— van a comenzar a rodar cabezas.