El coaching es un proceso de aprendizaje por medio del cual un equipo o una organización se cuestionan los límites de su desempeño con el objetivo de superarlos.
Si bien es cierto que hoy muchos gerentes y empresarios recurren al coaching, creemos que las organizaciones tienen un movimiento propio, autónomo del de las personas, que resulta de la interacción entre todas las partes.
El coaching sistémico se ocupa de intervenir y de construir conocimiento y posibilidades a nivel de las personas, los equipos y las organizaciones. De este modo, en una organización o en un equipo no alcanza el cambio individual para que la organización o el equipo cambien, ya que como decíamos al comienzo, las organizaciones tienen un movimiento autónomo del de las personas.
En general, se considera que el coaching sistémico es una herramienta más apropiada para empresas grandes y multinacionales. Pero las pymes tienen necesidades específicas que este modelo puede resolver. Por ejemplo, una crisis de crecimiento o un punto de inflexión en su desarrollo, cuando el management se da cuenta que la manera conocida de gestión ya no le da resultado para lograr lo que está buscando.
Este tipo de organizaciones está fuertemente impregnado por la impronta del fundador, el dueño, etcétera. Y por eso mismo generalmente es el dueño, el presidente o los integrantes de la familia a cargo de la dirección, quienes recurren a un coach con la premisa de que la empresa está muy centralizada en ellos, y que esto les genera mucho desgaste tanto a nivel personal como en el clima de trabajo y en la gente que trabaja en la empresa.
Generalmente no saben cómo descentralizar todas las tareas concentradas en ellos. Reconocen que no están organizados, y que se formó una relación de enorme dependencia hacia sus personas. En la gestión quizás puede observarse desarrollos a nivel comercial o de calidad, pero lo que aparece como gran carencia es un sistema de gestión de personas. Puede haber o no mandos intermedios, pero la autoridad se encuentra centralizada en el dueño, la familia o los socios.
Así, el coach acompaña al dueño a desafiar su forma de observar el mundo, a entrar en sus espacios de ceguera. En primer lugar lo ayuda a que comprender que —para que el cambio sea posible— lo que le sucede no es algo externo a él, autónomo e independiente, sino que sin darse cuenta contribuyó a generar aquello mismo que hoy le molesta y lo desgasta.
Una vez que el CEO puede darse cuenta de su impacto en la gestión, es necesario iniciar el proceso de delegación de responsabilidades y de construcción de equipo. Este grupo de trabajo actuará como sostén y posibilitará superar el límite de desempeño o la crisis de crecimiento permitirá transformar visión en acción.
El proceso de coaching puede generar una transformación muy importante en la pyme. Por ejemplo, avanzar desde la gestión personalizada hacia la construcción del trabajo en equipo.
Otro aspecto fundamental es que en general los dueños de la pequeña empresa se encuentran en soledad de la toma de decisiones. Con el cambio pueden abordar la construcción de un equipo de colaboradores que ayuden a pensar el negocio, decidir y accionar.
En cuanto a la concentración de la toma de decisiones, se trabaja en comprender qué decisiones pueden ser compartidas, cuáles pueden ser delegadas y cuáles quedan necesariamente dentro de su esfera.
En el área de los RH, la carencia de un sistema de gestión puede dar paso al desarrollo de un sistema para gestionar y valorar el aporte de las personas. En cuanto al reconocimiento del aporte de los recursos humanos se puede avanzar desde la no identificación de las personas al descubrimiento del potencial y el conocimiento instalado en cada colaborador.
Finalmente, el coaching organizacional permite que la pyme avance desde la intuición, a la intuición acompañada por la profesionalización. De esa manera el desarrollo personal quedará incluido en el desarrollo organizacional, convirtiendo a la empresa en un sistema en crecimiento, que puede hacer lo que antes no podía.