Premio Cervantes a Elena Poniatowska
 
Elena Ponioatowska, muy identificada ella con México y ante el mundo como mexicana, nació en París, hija y descendiente de familia polaca, emparentada incluso con la realeza de Polonia, por ser ella hija de un príncipe: Estanislao II Poniatowski, último rey de Polonia. Llegó a México a la edad de siete años. Esta semana, en una noticia que casi le ha hecho perder el equilibrio, al saberse galardonada con el Premio Cervantes de literatura 2013.
 
“Me da muchísimo gusto por México. Como estamos ahora, bocabajeados, muy divididos. El país está sin fe en sí mismo y un premio así, sobre todo si lleva el nombre Cervantes, levanta el ánimo, dijo al recibir la llamada telefónica del presidente del galardón.
 
”Elenita”, como se le conoce y le llaman sus colegas, amigos, lectores y admiradores, une su nombre, a los 81 años de edad, a los de Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes y Sergio Pitol, otros recipiendarios del premio conocido como “el Nobel de literatura hispana”.
 
Sin duda, la obra que le catapulta a nivel mundial es La noche de Tlatelolco, magistral crónica de lo ocurrido el 2 de octubre de 1968. De su genial prosa, casi al inicio del libro, extraemos: “Son muchos. Vienen a pie. Vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas, estudiantes que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace apenas unos días iban a la feria; jóvenes despreocupados que no saben que mañana, dentro de dos días, dentro de cuatro estarán allí hinchándose bajo la lluvia, después de una feria en donde el centro del tiro al blanco lo serán ellos, niños-blanco… ¡Fuego! El relámpago verde de una luz de bengala. ¡Fuego! Cayeron pero ya no se levantaban de golpe impulsados por un resorte para que les volvieran a tirar a turno siguiente; la mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambre sino de sangre, una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este reventar de vidas por toda la Plaza de las Tres Culturas”.
 
En su obra, destaca de manera importante un incansable espíritu de investigación, además de un apego acuciosamente crítico, cómo lo es el siguiente testimonio documental, una carta de una madre a su hijo granadero: “Hijo mío: Acabo de enterarme por medio de la prensa de tus últimas hazañas; es verdaderamente conmovedor el saber que tú, querido hijo, nacido de mis sagradas entrañas hayas entregado tu vida para beneficio de la patria de una manera tan desinteresada…
 
”No sabes el susto que me llevé al observar los diarios; pensé en los graves peligros en los que te viste inmiscuido, todo por tu amor a Díaz Ordaz. Los salvajes estudiantes pudieron haber maltratado con su cabezota tu bonito fusil. Tengo entendido que algunos son tan brutos que son capaces de estrellar su carota contra tu macanita, que con  tanto cariño cuidas”.
 
Éste es el texto de un volante recogido en la manifestación del 27 de agosto y leído en la sala Manuel M. Ponce del INAH, durante la serie “Los narradores ante al público”, el 6 de septiembre de 1968. Con el dinero que recibirá, la autora de Hasta no verte Jesús mío, parte metálica 125 mil euros del premio, piensa iniciar una fundación que permita, primero, adquirir un espacio arquitectónico bien ubicado, restaurarlo y acondicionarlo para que sea la guardia-vida de toda su obra: libros, biblioteca personal, escritos, cuadernos de apuntes, tanto de ella como los que ha recibido en obsequio de otros colegas escritores, que como la mayoría de los aficionados a las letras le queremos y apreciamos muchísimo.