Desde que se dio a conocer el proyecto del Sistema de Transporte Articulado denominado RUTA, en esta columna expliqué —a través de múltiples entregas— que el metrobús sería uno más de los proyectos frustrados del sexenio.
No se necesitaba ser un genio del transporte para saber que el gran proyecto sería un rotundo fracaso y que terminaría siendo el fracaso del sexenio.
Basta con retomar algunas de mis columnas para refrescar muchas de las irregularidades del proyecto, las cuales hoy tienen en jaque al multimillonario proyecto que financió Banrural con fondos federales. No es casual el fracaso financiero de este proyecto, cuando éste se hizo sobre las rodillas.
Por increíble que parezca, Bernardo Huerta sigue al frente de la Secretaría de Transportes, cuando el principal proyecto de su dependencia ha fracasado rotundamente.
Éste es un resumen de lo mucho que se escribió en esta columna en los meses previos a la inauguración del metrobús:
 
El metrobús, el lunar del sexenio
En un grave conflicto jurídico está metido el gobierno del estado por haber hecho modificaciones de fondo al proyecto que dio origen a la construcción de la primera línea del metrobús en Puebla.
De acuerdo con la investigación realizada por el reportero Jorge Castillo, los recursos otorgados por Protram —y aterrizado a través de Banobras— estaban supeditados a respetar el proyecto original elaborado por la empresa Logit. Sin embargo, a la llegada del subsecretario del Transporte Víctor Mata Temoltzin se desechó dicho proyecto, para que fuera la empresa de su amigo Aarón Dychter la que modificara el proyecto de acuerdo con los intereses de la administración estatal.
De acuerdo con la normatividad de Banobras, no se pueden modificar los proyectos ejecutivos, ya que los recursos se obtienen de fondos nacionales e internacionales, que exigen el total cumplimiento de los mismos. En el caso del metrobús de Puebla, los cambios que se realizaron al proyecto original fueron todos en detrimento de la calidad del servicio, ya que redujeron sustancialmente el número de unidades articuladas (de 45 a 6), eliminaron las terminales de transferencia, redujeron los carriles de concreto hidráulico (de 3.50 a 3.20 metros) y seguirán circulando las rutas federales por la ciudad, entre muchas otras modificaciones.
Nada que ver con el ambicioso proyecto original, el cual estaba fuertemente influenciado por el metrobús de la ciudad de México. En términos prácticos, es como si usted solicitara un crédito bancario para adquirir una residencia en La Vista y terminara comprando un departamento de interés social.
 
Un Metrobús elitista
Aunque seguramente para los yuppies que toman las decisiones en la Secretaría de Transportes, 7 pesos con 50 centavos pueden parecer una bicoca, para el resto de los poblanos que utilizan por necesidad el transporte público esta tarifa para el metrobús representa un duro golpe a sus finanzas familiares.
Para analizar el impacto que tendrá la tarifa del metrobús debieron considerar una serie de factores, los cuales evidentemente no fueron importantes para los funcionarios morenovallistas. De entrada, el uso del metrobús no puede ser considerado como una alternativa opcional para los poblanos si consideramos que el proyecto global contempla la desaparición de las rutas que compitan con el trayecto del nuevo sistema de transporte.
Es decir, que los poblanos estarán obligados a utilizar el metrobús, ya que no existirán rutas alternas.
Partiendo de esa base, tenemos que los usuarios del transporte público que habitan en las colonias que recorrerá el metrobús no les quedará otra alternativa que pagar 7.50 pesos por viaje. A este gasto los poblanos deberán sumar un segundo transporte, ya que la naturaleza del llamado metrobús es cubrir una troncal, la cual debe ser complementada por un transporte auxiliar, el cual tendrá un costo mínimo de 6 pesos.
Si una familia de cuatro personas utilizara el metrobús y una ruta auxiliar diariamente de ida y vuelta, gastarían 15 pesos de metrobús y 12 de la ruta auxiliar cada uno, haciendo un total de 108 pesos diarios que multiplicados por 22 días hábiles del mes, asciende a 2 mil 376 pesos.
Si estos números los comparamos con los 60 pesos del salario mínimo vigente, el cual implica que un trabajador recibe menos de 2 mil pesos mensuales tenemos que el metrobús no representará una opción para el grueso de los poblanos.
Así las cosas, el futuro transporte será un objeto de lujo, fuera del alcance de quienes más lo necesitan.
 
La maldición del metrobús
Quienes circulamos diariamente por la ciudad y no tenemos la opción de sobrevolarla en un lujoso Agusta, somos testigos del caos vial que se generó por el inicio de las obras del metrobús.
El día de ayer los embotellamientos superaron cualquier antecedente de tráfico en la ciudad, lo cual augura una verdadera psicosis en cuanto se ponga en marcha este nuevo sistema de transporte. No se necesita ser un genio urbanista para anticipar que los conflictos viales, que se han generado por la disminución de un carril en lo que será la ruta del metrobús, se agravarán una vez que sean suprimidas todas las vueltas a la izquierda.
Hay que recordar que el éxito en el Distrito Federal está centrado en las unidades articuladas, las cuales relevan el número de unidades convencionales, además de que en la capital del país se suprime el paso de otras rutas de transporte público en todas las avenidas donde opera el metrobús.
Si de algo podemos estar seguros es de que Puebla no será la misma después del metrobús.
A partir de este proyecto de transporte, el morenovallismo convirtió a Puebla en un pequeño Distrito Federal donde nuestra vida se debe sujetar a las condiciones del maldito tráfico. Y eso, usted y yo, que recorremos esta ciudad todos los días, lo sabemos y lo padecemos diariamente.
Quizá eso explique que el Señor de los Cerros utilice el helicóptero hasta para moverse de un punto a otro de la ciudad.
No quiero ser ave de mal agüero, pero esto se va a poner peor a partir de la inauguración del mentado metrobús.
¡Que Dios nos agarre confesados!
 
El metrobús, un engaño más
Las fallas en la operatividad del metrobús eran una cuestión de tiempo.
Mi versión respecto a “la cortesía” del gobernador Moreno Valle de no cobrar por el servicio no es más que disfrazar la inexistencia de los equipos que se encargarán de la cobranza.
En su afán de anunciar con bombo y platillos el arranque de las operaciones del metrobús, el gobernador Moreno Valle pasó por alto este grave detalle.
De ahí el anuncio de no cobrar el acceso a la Red Urbana de Transporte Articulado; dicha medida fue un paliativo, resolvió de forma temporal el problema.
Sin embargo, nos enteramos el domingo, a través de un comunicado de la Secretaría de Transportes, que el servicio será gratuito una semana más y que las rutas “alimentadoras” circularán hasta mediados de febrero.
No cabe duda que los funcionarios de la Secretaría de Transportes, Bernardo Huerta y Víctor Mata engañaron al gobernador al decirle que en una semana quedaría resuelto.
Sin embargo, la realidad dista mucho de eso. A dos semanas del banderazo el problema continúa.
Pero eso no es nada.
El chistecito cuesta 25 mil pesos diarios por el suministro de combustible, el cual —durante más de dos semanas— nos ha costado a todos los poblanos.
Esta es la razón por el cual el sistema no funciona en su totalidad; toda vez que si se pusieran en circulación las rutas “alimentadoras”, el costo sería de más de 300 mil pesos diarios.
Esto confirma que las “alimentadoras” comenzarán a circular en un mes aproximadamente.
Hasta que exista un sistema de cobro y de esta forma se evite un gasto no calculado por el morenovallismo. Una vez más queda en evidencia que gobernar desde un helicóptero provoca este tipo de deficiencias que terminamos pagando los poblanos de a pie.
La benevolencia del Señor de los Cerros y las pifias de su séquito quedaron al descubierto.
Pero, ¿por cuánto tiempo continuarán engañando a los poblanos?
Que conste que se los dije.
 
Así las cosas, es obvio que el fracaso del sistema RUTA estaba cantado y que el gobernador y sus secuaces eran los únicos que no se daban cuenta.
Bien dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Y lo peor de todo es que están necios con construcción la ruta 2 del metrobús. ¿Qué no era mejor que funcionara la primera ruta correctamente antes de lanzarse a la línea 2?
Y ahora que ya estalló la bomba, me pregunto: ¿Qué diablos le sabe Bernardo Huerta al gobernador que lo mantiene al frente de la ST?