La entrega del PRD poblano está consumada. Su historia, sus muertos, sus batallas por las mejores causas sociales, por la igualdad, por la justicia, por los que menos tienen, por los pobres, por los indígenas y por los jóvenes, a nadie le importó.
Los "chuchos" de ayer —Luis Miguel Barbosa Huerta, Erik Cotoñeto, Socorro Quezada, Ruth Castro, Gabriela Viveros y otros más— terminaron por entregar dicho partido a un gobierno autoritario y autócrata que nada tiene que ver con las ideas y los valores de la izquierda.
Permitieron que intervinieran dicho partido, por buenas bolsas de dinero y apoyos materiales.
Hubo miles de afiliaciones ordenadas desde una Secretaría de Gobierno, para poder controlar al pobre PRD de los poblanos.
Todas las llamadas tribus del perredismo han sido y fueron culpables de esta debacle y entrega de un partido con memoria histórica en Puebla, a un proyecto político personal de un gobierno de derecha.
Esté sábado la vida de un partido será entregada y vendida a un gobernante seriamente cuestionado por sus actitudes represivas, mismas que en otros años la izquierda condenó con fuerza.
El senador Luis Miguel Barbosa Huerta y su camarilla, encabezada por Erik Cotoñeto, en alianza con el secretario de Gobierno y hoy representante de Jesús Ortega y Carlos Navarrete, impondrán a la legisladora Socorro Quezada Tiempo y al expriista Carlos Martínez Amador como presidenta y secretario general del PRD, respectivamente.
Los intereses y las ambiciones políticas de un gobernante y las de un senador que aspira a la gubernatura poblana terminaron por imponerse a la historia de un partido de izquierda.
Cotoñeto Carmona y su camarilla llevaron a la crisis a este partido, lo desorganizaron, violentaron su vida interna, hicieron del PRD su patrimonio particular, dilapidaron sus recursos económicos y sustrajeron por más de 15 años sus prerrogativas.
Hoy el PRD en Puebla es una vil caricatura, cooptado y entregado a las decisiones de un aparato político del poder en turno.
Perdió su capacidad política, no tiene agenda propia, no habla, no opina y mucho menos tiene visión de poder; dejó de ser una opción democrática para los ciudadanos.
Los consejeros de Luis Maldonado Venegas y Jorge Cruz Bermudez tienen su plan trazado para que sus consejeros, sacados de la nada, conjuntamente con los del grupo de Barbosa Huerta, ambos grupúsculos de interés, voten para imponer a la nueva dirigencia perredista.
No quieren que nada suceda el próximo sábado durante el Consejo Estatal, por nada del mundo quieren escándalos políticos que afecten la imagen del gobierno. Por eso han dispuesto seguridad particular, control en la mesa de registro y vigilancia policíaca a discreción.
La severa crisis nacional por la que atraviesa el PRD a nivel nacional, los hechos graves sobre los normalistas de Guerrero y el rechazo social hacía este partido en nada les ha importado, les ha "valido gorro".
En lo único que están pensando los pobres perredistas poblanos es en consumar la entrega de un partido con una larga historia y tradición democrática a un gobierno totalmente ajeno a los ideales y programa de izquierda.
El sábado 15 de noviembre, la traición, la simulación, la cooptación, la venta de conciencias y las ambiciones por unas cuantas monedas, puestos, obras y unas jodidas despensas, habrán terminado con una opción progresista y con un partido que no debió merecer a estos que se dicen sus dirigentes y militantes. La historia los condenará.