El apoderamiento del morenovallismo del Partido Acción Nacional en Puebla sólo agudizó la división en este partido, que hoy más que nunca se encuentra pulverizado y confrontado.
La unidad partidista nunca fue la prioridad del morenovallismo. Desde que Moreno Valle tomó en control del membrete blanquiazul inició una política de exclusión a todos los panistas que se opusieran a su proyecto.
La pugna en la primera parte del gobierno morenovallista la ganó el grupo en el poder, los panistas excluidos no tuvieron la capacidad para sacudirse y evitar humillación tras humillación.
Hoy existe una incipiente reacción, pero la selección de candidatos a diputados federales los pondrá a prueba y se verá si por fin logran sacudirse la estructura morenovallista. De entrada, lograron parar la participación de nuevos panistas afiliados masivamente.
Las diferencias entre el grupo panista en el poder y los excluidos del poder iniciaron casi inmediatamente de ganar las elecciones estatales de 2010.
Hace tres años —el 25 de enero de 2012—, en el primer informe de labores de los legisladores del blanquiazul, el panismo mostró sutiles diferencias en su relación con el poder y su concepción de la alternancia democrática.
En esa ocasión, mientras el dirigente estatal del PAN, Juan Carlos Mondragón Quintana, les pidió a los diputados únicamente lealtad a los poblanos y que no se sometan ante nadie, el diputado Mario Riestra Piña ratificó el “respaldo” de los diputados panistas en el Congreso al “primer gobierno de alternancia”.
Es más, Mondragón apeló al ideario democrático de Carlos Castillo Peraza y los llamó a no volverse “estatuas de sal” ante las transformaciones en este rubro.
El diputado Riestra —hoy titular de la Secretaría del Ayuntamiento de Puebla— denominó a la relación del Ejecutivo con el Legislativo con el eufemismo de “una eficaz expresión de colaboración” entre los dos poderes.
Sin duda, dos visiones contrastantes se exhibieron en el primer informe de actividades del bloque legislativo blanquiazul.
Y esas dos visiones contrastantes continuaron durante el actual gobierno estatal.
La declaración de ayer del senador Javier Lozano Alarcón ratificó estas dos visiones panistas. “Es molesto escuchar a gente que se siente dueña del partido pensando que son panistas con pedigrí y que nadie más puede entrar, pues sólo ellos son los dueños”. 
”Los partidos son instituciones públicas de los ciudadanos y no de unos cuantos, ya que reciben recursos públicos y deben estar abiertos a quienes quieran participar.
”Los partidos son instituciones ciudadanas que deben tener las puertas muy abiertas para que la gente de bien, de trabajo, de buena voluntad y de honestidad puedan ser militantes, como candidatos o eventualmente en algún cargo o como legislador”.
Así de contundente.
Y más aún: “Si los más de 22 mil que se afiliaron son de carne y hueso, tienen el derecho de participar, y en el caso de que se trate de personas que haya sido afiliadas sin su consentimiento entonces habrá que actuar”.
Queda claro que el poder sólo agudizó la división interna del panismo poblano. En casi cinco de gobernar no han podido superar sus diferencias y cada vez los polos se alejan más.