En cuestión de horas la cúpula del Partido Acción Nacional evidenció el nivel de envilecimiento al que ha llevado la forma de hacer política en México. 
Símbolo de la práctica de saltar de un cargo a otro, Gustavo Madero decidió regresar ayer a la escena partidista, mientras el árbitro electoral daba un manotazo al espíritu propiciatorio de la aspiración presidencial de Rafael Moreno Valle, promocionado en la pauta de ese partido en medios nacionales.
Una y otra práctica pintan de cuerpo entero a un grupo que se adueñó de la vida de ese partido que alguna vez fue única opción a las formas abusivas de ejercer el poder en un PRI prepotente que vivió a contrapelo de la sociedad por 70 años, hasta el año 2000.
No existe una definición precisa del momento en que las prácticas priistas fueron adoptadas en la organización que en 1939 fundó Manuel Gómez Morín, pero la corriente de opinión que apunta a la incorporación del gobernador de Puebla como génesis de la mutación es creciente.
Sin la presencia de Moreno Valle, que había sido testigo de primera línea en momentos clave de la vida interna panista, ayer el queretano Ricardo Aanaya devolvió el hueso de la dirigencia a Madero, después de ausentarse por tres meses para ser candidato a diputado plurinominal.   
Tan mal cayó la decisión de Madero que el senador Javier Lozano recurrió a un lenguaje poco usual en un político que suele tuitear la frase #NoSeanOrdinarios, #NoTieneMadre y #VeteAlCarajo, le endilgó a su dirigente que será diputado federal inexorablemente.
“… tome su propia ruta y deje al partido cumplir su misión, la de ayer y la de siempre. Sepárese definitivamente de la jefatura nacional del PAN”, le escribió un grupo de militantes al hombre que ahora se ha vuelto a sentar en la silla de presidente. Nada valió. 
La circunstancia del maderismo de vuelta a la presidencia panista obliga al reto inmediato en el ámbito comicial: impugnar el retiro ordenado por el Instituto Nacional Electoral de la catarata de mensajes televisivos y radiales en donde es promocionado al gobernador de Puebla, que de saltar de un cargo a otro también de tiene experiencia.
La comisión de quejas del INE determinó que la promoción personalizada del poblano que busca ser candidato a la presidencia en 2018, violó el artículo 134 de la Constitución. 
Dos eventos violatorios de la moral pública del partido que en el pasado fue ejemplo de rigor, apego a la ley y doctrina inquebrantable. 
Violar la ley con la promoción de un activo panista con propósitos de recaudación de votos y faltar a la inteligencia de la sociedad con el regreso de Madero a la dirigencia no es una buena señal frente a un electorado que ya no se traga la verborrea de la clase dominante en el ámbito partidista.