Históricamente los padrones de militantes en todo partido político en México forman parte del secreto más celosamente guardado en las cúpulas. Se trata de un insumo que permite maniobrar en diversos frentes para conseguir réditos políticos o económicos de enorme valía para quien lleva el mando, o aspira a él.
Es frecuente que quien demanda obtener el auténtico padrón en cualquier franquicia política lo haga desde la oposición al grupo dominante como un mecanismo eficaz para igualar el suelo de la contienda, habitualmente disparejo para favorecer a quien la cúpula ve con simpatía o por conveniencia.
Llama la atención la información que puede llegar a poseer el diputado Partido Encuentro Social, Fernando Manzanilla Prieto sobre la lista de panistas registrados en el Comité Directivo Estatal de Genoveva Huerta, la dirigente a quien vinculan persistentemente con el ex titular de Gobernación.
La duda asaltó a cuadros del panismo que mantienen desconfianza de Huerta Villegas por esa mácula: la influencia de Manzanilla Prieto en la vida interna de Acción Nacional. No perdonan por abiertamente atentatoria contra la vida interna de un partido que se reservó durante décadas el derecho de admisión a través de complejos mecanismos de aceptación, hasta que irrumpió el pragmatismo.
Tres cuartillas a renglón seguido plagadas de buenos deseos y lugares comunes forman parte de las cartas que el presunto aliado de la dirigente panista hizo llegar a cada uno de quienes integran el padrón de militantes del PAN y que termina por conformar que el funcionario con Rafael Moreno Valle, Guillermo Pacheco Pulido y Miguel Barbosa siempre se ha sentido más cómodo con el panismo que en la esfera de la Cuarta Transformación.
“La pandemia nos sigue ganando la batalla. El número de contagios sigue creciendo y cada vez es mayor el número de decesos. Y lo peor, es que todo parece indicar que así vamos a seguir y que todo esto se va a extender todavía por varios meses más. Lo más probables es que miles de empresas sigan cerrando; que se sigan perdiendo miles de empleos; y que las carencias, la pobreza y el hambre sigan creciendo”, dice en su alegato epistolar.
Sin el más elemental examen de autocrítica, advierte de la “descomposición del tejido social nos lleve a una espiral de inseguridad y violencia de la que nos costaría muchísimo trabajo salir”, para convocar a una campaña disfraza detrás de una convocatoria para construir un diálogo que antes fue incapaz de convocar.
Llegó el momento de humanizar el modelo, dice en su misiva enviada por miles a la militancia panista, este personaje dual de la política local, capaz de transitar del totalitarismo al que contribuyó en la campaña de 2010 con Acción Nacional hasta nuestros días de zozobra, en donde florece la buena vibra y el positivismo.