Históricamente desde que Ernesto Zedillo Ponce de León fue presidente de la República en el periodo 1994-2000, el partido en el gobierno ha enfrentado una dificultosa aduana electoral de medio periodo.
El último mandatario mexicano que tuvo carro completo fue el polémico e innombrable Carlos Salinas de Gortari, hace casi tres décadas.
Una de las principales interpretaciones de la ruta del voto a lo largo de todos estos años, es que el desgaste en el ejercicio de gobierno lleva a un divorcio irreductible entre el segmento social que va a las urnas y el partido elegido tres años para habitar en Los Pinos el resto del sexenio.
La historia debió haber sido revisada por los estrategas de los partidos en contienda para la definición estratégica en la búsqueda del voto. Unos debieron ajustar mecanismos de selección desde el momento preciso; o replantear la dinámica de la campaña para evitar escenarios de catástrofe.
Administraciones federales priistas y panistas han aprendido que las aplanadoras electorales quedaron en el pasado, lo que ha dificultado la continuación de las políticas públicas, el ejercicio de gobierno y la terminación sexenal.
A los números: en la Legislatura LVI el PRI tuvo un diputado de elección popular por cada uno de los 300 distritos electorales, pero para la elección intermedia, Zedillo Ponce de León perdió 61 curules. Fue bálsamo para quienes desde la oposición habían concebido el advenimiento de la democracia a partir de la derrota del PRI.
El último presidente de la República que llegó bajo las siglas del priismo en el siglo pasado tuvo que cohabitar con un poder Legislativo en el que la mayoría absoluta era cosa del pasado, con 239 legisladores tricolores.
Llegó la alternancia con Vicente Fox Quesada en Los Pinos y 239 diputados de mayoría relativa en la LVIII Legislatura en el año 2000, que luego se redujeron en la segunda mitad de sexenio de 207 a 148 en la composición legislativa. El desencanto de la sociedad por el foxismo le cobró 59 posiciones.
Llegó Felipe Calderón Hinojosa a la Presidencia de México con un total de 206 diputados panistas. Era la Legislatura LX, pero para el siguiente periodo sumaría un total de 64 asientos menos para su partido, para quedar con 142, menos de la mitad de los 300 de mayoría relativa.
La implementación de reformas constitucionales fueron truncadas por una oposición en San Lázaro, que fue notoria.
Para el año 2012 Enrique Peña Nieto ganó el máximo cargo público en el país para su partido, el PRI que llegó a la LXII Legislatura con 214 asientos, 86 menos de los que dispuso en la primera mitad de gobierno su correligionario Ernesto Zedillo en el lejano 1994.
No obstante consiguió sacar el voto mayoritario para aprobar las reformas estructurales. La gran pregunta tiene que ver sobre el reacomodo de fuerzas en el tablero legislativa.
En mitad de las campañas, con un clima de opinión adverso y un desencanto generalizado por la clase política la historia está condenada a ser repetida.
De cómo el carro completo es historia

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