1.- Cónstame en persona como a cientos de miles de jóvenes de hace mil años, desfilantes de todo y contra toda una institucionalidad caduca en educación, salud, comunicaciones, desarrollo personal, democracia electoral precaria, que solo el ganar la calle; hacer huelgas; peticionar renuncias de funcionarios corruptos e incompetentes; tomar edificios de escuelas de educación superior o de escuelitas aldeanas; obligaba al ejército a intervenir como fuerza represora y represiva, ante la ausencia del diálogo, de la gobernación democrática, o del autoritarismo  de las autoridades civiles carentes de racionalidad elemental e incapaces de dar su paso a la razón.
2.- Estas, las administraciones civiles federales encarnadas en los primeros rangos, gracias a la cultura del madrazo o de la bestialidad de un poder omnímodo que era entonces el presidencial:   Ordenaban la salida del ejército de sus cuarteles a “poner orden en las calles”, como si banquetas y arroyos fuesen negocios privados, embajadas, o territorios de uso especial  para clases sociales determinadas.
3.- El ejército reprimió y a veces co-reprimió por órdenes de gobiernos civiles: movimientos estudiantiles; los magisteriales; los de los trabajadores de Salud; Ferrocarriles; mineros o agrarios, todos ellos nacidos por las injusticias de una burocracia dorada (ahora en su esplendor)  que carente de inteligencia común, prefería el acto represivo por comodidad, al trabajo manifiesto que obliga la relación humana.
4.- Amparados bajo el juramento de lealtad hacia la República lo convertían los militares en fidelidad hacia el presidente en turno haciendo hincapié en que “el ejército es un cuerpo operativo no deliberativo”, pero asumiendo en forma indefensa los costos sociales convertidos en facturas contra el prestigio de su Imagen Institucional. 
5.- Ahora, miles de años después por las órdenes del expresidente Calderón,  Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas, el ejército nuestro, machaca diariamente las ciénagas delictivas del narco, esencialmente.   Desafortunadamente alguna información de sus trabajos bélicos todos, nace confusa acusándoles de excesos en su actuación, convertidos en agresiones contra los derechos humanos.
5.1.- La justificación es simple: es un cuerpo de ciudadanos mexicanos informados, capacitados y adiestrados para la guerra, no para hacerla de policías.   Pero ante la pérdida  permanente de valores cívicos, religiosos, informativos, agravados por la ausencia de liderazgos sociales, el Ejército Mexicano mediante sus cuerpos de inteligencia tiene obligadamente la necesidad de informar desde su punto de vista los hechos en los cuales se encuentra inmerso desde su punto de vista.   Estamos en una sociedad civil —hasta ahora no militarizada; pero si en una guerra de baja intensidad—,  para evitar el quinta columnismo el cuerpo castrense debe informar, informar e informar, en toda la mass-media  incluyendo la digital.
6.- Los escasos lectores, de una incipiente opinión pública nacional, decidiremos lo veraz de lo falso, aplicando la máxima del publicista Fernando Maldonado (@FerMaldonadoMx): “La instantaneidad mata a la manipulación”.

 

Nuestra casa

La segunda guerra mundial acabó hace 70 años, algunos poblanos estuvieron de un lado; otros del otro.  Ni más ni menos como todas las familias.