Una y otra vez el Señor de los Cerros minimiza y manipula el caso Chalchihuapan; eso se vio en sus múltiples viajes proselitistas por todo el país.

El gobernador Moreno Valle jura y perjura que en Puebla no hay balas de goma; sin embargo, lo que omite decir es que fueron sus policías quienes dispararon proyectiles mortales, los cuales cobraron la vida del niño José Luis Tlehuatle, tal y como lo documentó Intolerancia Diario.

El niño llegó al hospital con muerte cerebral, al grado de extraerle, con jeringas, 20 centímetros de masa encefálica.

Quizás nuestro personaje de marras tenga razón y en Puebla no hay balas de goma; pero sí proyectiles que matan niños.

El 24 de julio de 2014, escribí en este espacio la columna “El que a balas mata, a balas muere”, de la cual retomo un fragmento:

Tras un negro fin de semana para el morenovallismo, en donde la imagen de visionario, modernizador y estadista se transformó en la de asesino, un desesperado Rafael Moreno Valle, con el rostro marcado por las horas de insomnio, citó a los directores de los medios de comunicación considerados como aliados para presentarles la estrategia con la que intentarán limpiarle la cara.

Por más que digan que las heridas de José Luis Tlehuatle fueron provocadas por cohetones de los mismos manifestantes, las pruebas condenan a Moreno Valle.

Basta con observar las heridas que recibieron José Luis y otros manifestantes para darnos cuenta de que son similares y que tienen el mismo diámetro de los proyectiles que fueron encontrados en el lugar.

La foto del menor muerto no muestra ninguna quemadura ni en el cabello ni en la ropa y el impacto es exactamente igual al de los otros heridos.

Lamentablemente, la estrategia está plagada de mentiras, no pueden atentar contra la inteligencia de los poblanos, sobre todo porque existen pruebas irrefutables de la agresión de los policías a los pobladores, del uso de pistolas lanzagranadas y rifles con proyectiles de goma.

Irónicamente, la bala que lo sepultó políticamente es la misma bala de goma que él dice que no existió, pero que todos sabemos que también mató a José Luis.

A casi un año de la refriega en Chalchihuapan, el gobernador Moreno Valle aún no cumple con las recomendaciones hechas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; no obstante, el desacato puede tener graves implicaciones que llevarían el caso Chalchihuapan hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Y es que el gobernador se niega a sancionar a su secretario Facundo Rosas y a su procurador Víctor Carrancá. Ese encubrimiento le puede costar muy caro a nuestro personaje.

El barril de pólvora en el que hoy está sentado estallará pronto.

Y si no, al tiempo.