Es evidente que el PAN-morenovallista, que juega los intereses del Señor de los Cerros, se niega a reconocer la derrota electoral que sufrió hace diez días. Y se ha dedicado a buscar chivos expiatorios para librarse de la pesadilla que están viviendo. 
Solo así se puede explicar la burda estrategia que implementaron para destituir a Rafael Micalco de la dirigencia estatal.
Hoy le quieren echarle la culpa al dirigente estatal del blanquiazul de la debacle electoral, porque según ellos, no apoyo a los candidatos a diputados federales.
Pero vamos por partes.
Desde que comenzó el proceso electoral, el morenovellismo le amarró las manos a Micalco. Lo dejó sin la posibilidad de elegir a los candidatos a diputados federales, la designación obedecieron a los intereses del grupo en el poder.
Los candidatos fueron impuestos y así aparecieron aspirantes sin arraigo ni identificación con el panismo, pero con el apoyo absoluto del señor de los cerros.
Así aparecieron nombres como el de Juan Pablo Piña Kurczyn en Teziutlán y el de José Domingo Esquitín en Huauchinango.
 A la dirigencia panista le quitaron seis mil representantes de casillas, el manejo de los recursos para la campaña y el día de la votación fue manejado directamente por el CEN panista y el operado del lujo del morenovallista: Eukid Castañón.
Y ahora lo quiere echar la culpa a Micalco cuando los operadores morenovallistas se apoderaron del proceso electoral.
Y tal como lo describe el mismo Micalco: “Lo que dije en términos coloquiales ante los integrantes de la comisión es que se quedaron con el balón, con todos los jugadores, con la cancha y hasta con el árbitro para el proceso electoral”.
Así de fácil. Los morenovallismo se niegan a aceptar la debacle electoral. 
La derrota no es para menos, sólo les dejaron 7 distritos y la mayoría fue para el PRI, que se convirtió en  la primera fuerza política del estado por mucho.
Tanto en número de votos como en distrito electorales ganados. De nada sirvió toda la movilización del aparato morenovallista y el uso desmedido de recursos.
En Rafael Micalco, el morenovallismo busca justificar la derrota y lavarse las manos. Pase lo que pase, lo cierto es que el grupo político del señor de los cerros cargará la derrota a cuestas, le hagan como le hagan.
Los números están en su contra y por más venganza electoral realicen, nadie podrá limpiar el 7-9 a favor del priismo.
Lo peor en el PAN está por venir.
Veremos y diremos.