‎"El hilo siempre se rompe por lo más delgado".
‎Marco Antonio Estrada era hasta el martes de la semana pasada el "dedo chiquito" del secretario de Seguridad Pública del Estado, Facundo Rosas Rosas.
Lo utilizó para el desalojo a los habitantes de Chignahuapan, lo utilizó para defraudar al gobierno del estado, utilizando un motor de una pipa robada en Veracruz, para armar la grúa de la Policía Estatal y lo dejó de utilizar cuando el teatro se les vino abajo.
Entonces lo desconoció
Cuando Estrada fue detenido por el Ejército Mexicano por robo de hidrocarburo le mandó a su "sequito" de abogados para poderlo "ayudar" a que lo dejaran libre, aunque en realidad lo que no quería es que su "hombre de confianza" lo delatara no sólo en el robo de hidrocarburos o en la protección a este grupo de delincuentes, sino en otras tranzas iguales o superiores.
Cuando se dio cuenta que ya nada se podía hacer no sólo se deslindó sino que, con la ayuda de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), término por hundirlo y "todos se lavaron las manos".
Y antes de que la Delegación Puebla de la Procuraduría General de la República (PGR) consignara al exdirector, junto con el extitular del GOES, la PGJ adelantó un boletín donde se "adjudicaba" que conjuntamente con la PGR investigaban al exservidor público, como "la hormiga que ara desde la oreja de un buey".
"Los vamos a consignar" decía el ‎boletín.
Luego, un sábado por la noche, la PGJ envió al respecto un segundo comunicado.
Consignarán a Marco Antonio Estrada por haber asegurado una pipa con reporte de robo en Veracruz, luego desmantelarla y para acabarla de amolar, de utilizar el motor para la grúa que tiene la Policía Estatal.

Él solito


Imagina el lector que Estrada "se pasó por el arco del triunfo" el informe a Facundo Rosas de que había desmantelado una pipa robada para habilitar un vehículo del Gobierno del Estado.
Así, "por sus pistolas"
Y por cierto ¿Qué ganaba?
No me deje mentir, si tenía en su poder una pipa robada no era más fácil venderla o desmantelarla y vender las piezas para su ganancia personal.
¿Porque habría de utilizar el motor de un vehículo robado para uno del Estado, incriminándose de a gratis.
¿No se le hace qué se lo ordenaron?
¿Y quién dio la orden?
¿Usted le cree a la PGJ o a Facundo Rosas?

Más de la corrupción del Cereso


El correo de los muertos...
Hace unos días, Usted Publicó una nota sobre la extorsión que se da en la propia nariz de los custodios del penal de San Miguel.
 Yo mismo presenté una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, en contra de Fernando Juárez Morales y un cómplice de éste, que están extorsionando a los internos del penal, con la complacencia y tal vez la complicidad, de las autoridades del CERESO, en particular Rafael Carvajal Paz y Marco Antonio Galván Ramírez, director y subdirector del penal, quienes presumen a los cuatro vientos que a ellos los protege la Directora General de CERESOS, Azucena Yasmín Márquez Rodríguez.
 La denuncia que interpuse, ya se le ha dado tramite y se envió al fiscal metropolitano para su investigación, pero al interior del CERESO, se me hizo un proceso sumarísimo en el que, con un invento y a pesar de ya haber antecedentes de las agresiones sufridas a manos de Fernando Juárez Morales, fui castigado, aislado y amenazado por las propias autoridades del penal, que lejos de cualquier freno a los delitos de ese señor, lo siguen protegiendo y solapando en sus ilícitos, según se dice, a cambio de una participación de las ganancias de su extorsión.
No cabe duda que nada anda bien en la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, pues mientras el Director de la Policía Estatal está detenido por sus vínculos con el crimen organizado del robo de combustible, las autoridades del CERESO, son protectoras y quizá cómplices de un extorsionador

Hasta aquí la carta.