Los partidos políticos en México son y están hechos para disputar y aspirar al poder, lo demás poco les importa, su objetivo fundamental esser gobierno y tener el poder.
La sociedad civil que tenemos y de la que formamos parte los ciudadanos,poco les preocupa, las burocracias políticas las ubican y saben que solo se manifiestan en temas de coyuntura nacional, como: Los escándalos de la llamada Casa Blanca; Ayotzinapa; sobre la fuga del “Chapo Guzmán”; Tlataya u otra situación que genere escándalo político.
Esta llamada sociedad civil y la opinión pública, aún no consolidan formas de expresión colectivas y tampoco han logrado construir bastos movimientos de protesta social, que les permita cuestionar de fondo y obligar a las partidocracias y al poder mismo a hacer algunas transformaciones. En una gran mayoría los golpes y sus demandas han sido mediáticos y virtuales a través de las redes sociales, que han tenido un impacto de momento y nada más.
Por eso los diferentes ciclos partidarios que viven, desarrollan y llevan a cabo los institutos políticos, son para ellos mismos, son de auto consumo interno y les sirven para sobrevivir y gozara de los beneficios que les acarrea ser parte del sistema. Jamás realizaran reformas internas hacia fuera, mucho menos mejorarán ante las exigencias de la sociedad y tampoco cambiaran para servirle a la gente.
Por muchos años y décadas así han actuado y lo seguirán haciendo, los partidos que tenemos proceden de viejas herencias autoritarias y con formas muy rupestres para el quehacer político. Sus métodos y mecanismos son los mismos, se reproducen para sí mismos y lo único que cambian son los nombres de sus dirigentes.
Así lo podemos observar en los tres últimos procesos llevados a cabo en el PRI, PAN y PRD, por ejemplo en el PANdurante sus pasados comicios internos, lo único que prevaleció fueron algunos pequeños brotes contestatarios por parte de una corriente minoritaria, lo que demostró que son un partido poco acostumbrado a practicar una democracia interna, misma que pregonan ante la opinión pública. Sus reglas son formales y rígidas, con estructuras controladas y hechas para no permitir ninguna alteración en su vida partidaria. Como partido conservador, evitan el debate amplio y de fondo, solo son de contrastes y con límites establecidos. 
Gano quien proviene de su propia nomenclatura, el que les brinda certeza para continuar con la misma línea gradualista de siempre y aquel que no atentara en contra de los nuevos grupos de interés que hoy dominan a Acción Nacional. Ricardo Anaya Cortés se impuso al senador Javier Corral Jurado, no por su imagen de un joven con sangre azul, triunfo porque la estructura panista fue puesta a su disposición y porque los gobernadores corporativizaron la votación a su favor. 
La sucesión panista fue tersa, consecuente con lo que ellos son y practican, sin cuestionamientos, sin modificaciones y sin ninguna reforma interna que los convirtiera en un nuevo partido de derecha. Solo sirvió para ratificar su visión pragmática, gradualistas y electorera que han venido practicando para hacerse del poder.
En el caso del PRI, las cosas se cocinan de otra forma, pero en el fondo las prácticas son las mismas, sus estatutos están hechos para transformarse en cualquier momento y acondicionarse a cualquier circunstancia política. Su fortaleza ha sido su capacidad de trasformación para cualquier coyuntura que han tenido que vivir como partido en México.
No se preocupan de nada, nunca pierden, se acomodan a las circunstancias, negocian todo, jamás  cambiaran para ser un verdadero partido político, su longevidad y las viejas prácticas son las mismas de siempre. Las estructuras y sus sectores se mueven y accionan solo en procesos de elección y sirven para darleslegitimidad a sus propios dirigentes.
Su regla máxima es la disciplina que guardan los líderes y los caudillos de los grupos priistas, nunca compiten y jamás han tenido alguna elección interna y real.
Sus rituales y cultura política son sus símbolos  políticos que han perdurado en ellos durante largos periodos y asumidos también por otros partidos políticos.
Para cada ciclo o periodo, los priistas tienen su propia definición, hoy que gobiernan al país y el ejecutivo federal es miembro de su partido, es él quien toma la decisión de quitar o poner al dirigente que deberá conducir al revolucionario institucional.
Manlio Fabio Beltrones, fue elegido no por su gran capacidad de liderazgo social ante los mexicanos o por ser un prócer de la patria, fue designado para poner orden en un partido de muchos generales, grupos y sub grupos y en donde todos ambicionan el poder.
Lo impulsaron para fortalecer los lazos comunicantes entre gobierno y partido, pero sobre todo  por ser un cuadro formado que deberá impulsar y posicionar las llamadas reformas estructurales de EPNy lo principal para garantizar la continuidad del PRI en los Pinos.
No hubo competencia, no hubo sobresaltos, no tuvo competidor alguno, nadie se revelo, nadie protesto, nadie se movió y todos han salido en la foto. 
Sobre el PRD, pareciera que hay poco que hablar de una crisis que vive una parte de la izquierda en México, tuvo dos momentos históricos para asumir el poder en el país y cometió profundos errores.
Actualmente se debaten en un duelo no ideológico sino de números y credibilidad con MORENA, en donde están viejos aliados de ellos y su principal adversario electoral.
Es entendible la apuesta que hicieron para relevar a Carlos Navarrete del cargo, previa renuncia anticipada.
El desgaste inmediato que han tenido, los hechos de Iguala, el castigo social hacia ellos en el DF, los malos resultados electorales y la división grupal, fueron motivos suficientes para presentar su presunta renovación.
Este partido tiene una vida muy compulsiva, de mucha confrontación y su historia sobre sus procesosinternos es su mejor carta de presentación: el conflicto.
En los últimos periodossolo una corriente, la denominada “nueva izquierda” de los “chuchos” ha gobernado este instituto partidario en alianza con otra más.
Cualquiera que busque ser dirigente nacional ha tenido que pasar por la aprobación de los Chuchos, lo mismo sucede en los estados.
Sus estructuras se han debilitado y en algunos estados han perdido fuerza y representación. Para estos tiempos la única alternativa que le ha quedado es hacer alianzas con al PAN para no perder su posición en el escenario nacional.
Sus estatutos y reglamentos están hechos para  que predomine el control burocrático de una corriente, que es nueva izquierda.
Para el relevo de Carlos Navarrete, en el PRD pasaran por realizar su Congreso Nacional y llevar a cabo una reforma estatutaria, que les permita garantizar la continuidad al grupo que tiene el poder en el sol azteca.
Con la renuncia de Navarrete Ruiz nada augura que el principal partido de izquierda en México, vaya a dar un cambio profundo en su vida interna y en su actuar político. Es una renovación cosmética, para evitar un daño mayor en dicho partido y más aún para que el grupo de poder que lo mantiene controlado no sufra un profundo desgaste que los obligue abandonar la dirigencia nacional y todo lo que representa el PRD.
En común acuerdo y como lo hacen los demás partidos políticos, la alternancia de un dirigente otro está garantizada, será Agustín Basave un viejo salinista quien tome las riendas del PRD, en momentos difíciles para esta fuerza y ante la falta de credibilidad y el avance de MORENA.
A manera de conclusión, los tres principales partidos políticos mexicanos, han resuelto sus relevos en sus dirigencias nacionales bajo métodos viejos y conocidos, ninguno de los tres  va arriesgar el control de sus aparatos partidarios, en los tres el continuismo se ha impuesto y sus estructuras han funcionado en razón de sus propios intereses.
Ninguno se está reformando o lo hará para cambiar de fondo y servir a la sociedad, los tres están en permanente disputa con alianzas o sin ellas, para mantener o para lograr alcanzar el poder. Aunque no nos guste para esto fueron diseñados, el poder es su objetivo
Aunque el tiempo le haya ganado y sus estructuras sean viejas y desgastadas, no permitirán que alguien les arrebate el control y el poder que mantienen sobre estos. Mucho menos las llamadas candidaturas independientes o la sociedad civil.
Por lo mientras, los tres partidos desde hoy se apresuran a enfrentarse y disputarse parte del territorio nacional, se preparan para competir electoralmente en más de 15 estados en  donde habrá comicios.
La ruta de navegación de los tres los lleva hacia el mismo escenario el  2018, solo con un pequeño ingrediente más, les preocupa el “populismo” y la “demagogia” de Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena.