Para nadie es un secreto que en los últimos dos años la ingobernabilidad en la entidad parece incontrolable. Por más maquillaje que imponga el gobierno, la realidad en el interior del estado dista mucho a lo que se pregona en la capital.
En más de 20 municipios hay focos rojos; ejemplos sobran.
Casos como el de Santa Clara Ocoyucan, Tlanepantla son el común denominador en Puebla, donde lamentablemente destaca la barbarie de Ajalpan, donde perdieron la vida dos encuestadores.
Ante ese clima de ingobernabilidad, la única forma que encontró el morenovallismo para evitar mayores escándalos fue la feroz cacería contra las voces opositoras al actual régimen, quien se niega a entablar un diálogo y subsanar las diferencias.
A poco más de un año de finalizar el sexenio del Señor de Los Cerros, este decidió hacer un enroque para enmendar el camino y aminorar la actual crisis social que se vive en el estado.
De esta forma, se confirmó la unción de Diódoro Carrasco como secretario general de Gobierno, de quien mucho se escribió en las últimas semanas.
Diódoro, un expriista, al igual que Javier Lozano y Rafael Moreno Valle, es un viejo lobo de mar, cuenta con vasta experiencia y es discípulo directo de uno de los legendarios hombres de poder en México; cuando menos, así lo dice su trayectoria.
Ahora, la pregunta es: ¿le alcanzará para corregir los excesos, los caprichos y los errores de los últimos años?
Se comenta que el oaxaqueño será quien gobierne en el último tramo del sexenio; en tanto, el Señor de los Cerros se enfocará a recomponer el rumbo de su decadente sueño presidencial.
Sin embargo, el flamante secretario General de Gobierno cuenta con antecedentes represores tanto en su paso en la misma cartera nacional, como cuando fue gobernador de Oaxaca, donde reprimió a todo aquel que osó cuestionar su gestión, algunos purgan aún sus condenas.
Digamos que Dios los hizo y el demonio los juntó por su misma esencia.
No se puede pensar que Diódoro vaya a ser el hombre conciliador que cambie la impresión autoritaria de un gobierno como el de Moreno Valle.
Ambos están cortados con la misma tijera y no van a cambiar de la noche a la mañana.
El autoritarismo con el que ambos han gobernado los marca y los marcará por los siglos de los siglos.
Es su naturaleza.