(Segunda parte)
Todas las personas tenemos 34 talentos, también llamados dones naturales; sin embargo, la mayoría los desconocen. En cada persona predominan de 3 a 5.
A mí, recientemente, casi a los 50 años, me evaluaron para saber cuáles son mis 5 talentos predominantes, pero todos tenemos capacidades escondidas, desconocidas, sin utilizarse, y esto es debido a que muchas no han tenido oportunidad de mostrarse.
El temor y la inseguridad son las principales causas internas que provocan subdesarrollo personal, fracaso e infelicidad. Las personas que no han identificado sus capacidades intentan hacer de todo y se conforman con lo que obtienen porque no saben lo que pueden lograr.
Nueve de cada diez personas, están haciendo por necesidad, cosas que no les gustan. Muchos esperan a jubilarse para dedicarse a lo que desean. En mis años de estudiante, varios compañeros de carrera me comentaron que entregarían el título obtenido a sus padres y empezarían a estudiar lo que deseaban. Hoy sabemos que lo recomendable es dejarse llevar por nuestros talentos naturales y hacer lo que más nos gusta.
Cada uno de nosotros emplea su potencial a fondo en lo que sabe hace mejor, en lo que realmente le gusta y le satisface; por eso trabaja uno, no por el dinero que nos pagan, sino para utilizar nuestro talento y nuestros dones exactamente como se debe.
Pero la mayoría desconocemos en lo que somos buenos y, reitero, 9 de cada 10 están haciendo por necesidad cosas que no les gustan, por ello les ha sido muy difícil destacar. Es importante señalar que, además de identificar los talentos y desarrollarlos, se requiere de un lenguaje mínimo de 3 mil 500 palabras. El lenguaje, su precariedad, es también factor de fracaso.
Y aunado a lo anterior, la pobreza tiene una gran relación con el desconocimiento del talento y también con la ausencia de valores.
Según Jayne Gregory, ser pobre es imponerme limitaciones, desaprovechando así mi potencial.
Ser pobre es trabajar toda la vida en lo que no me gusta, para retirarme a los 65 años a hacer lo que sí me gusta.
Ser pobre es tener muchos conocidos y no conocerlos.
Ser pobre es tener tanta ropa “que no tengo qué ponerme”.
Ser pobre es comer tanto y tan bien, que ahora necesito ponerme a dieta.
Ser pobre es comprar todas las medicinas del mundo porque “no puedo darme el lujo de enfermarme”.
Ser pobre es vivir bajo una montaña de juguetes, regalos en navidades y cumpleaños y aburrirme mortalmente porque no hay nada qué hacer.
Ser pobre es contar con tres títulos y sentirme frustrado en mi trabajo.
Ser pobre es tener dos automóviles, tres televisores y una lavadora de platos y desear vivir en el campo para “liberarme”.
Ser pobre es ir día tras día de un lugar a otro sin detenerme nunca a admirar la belleza del mundo.
Ser pobre es gastarme una fortuna en maquillaje, desodorantes, lociones y ropa exclusiva y vivir preocupado por la imagen que proyecto.
Ser pobre es ser blanco, rico, de clase media e infeliz.
Ser pobre es no sentir curiosidad por el mundo que me rodea, ni sentir el deseo de aventurarme en ese mundo y conocer a sus habitantes.
Ser pobre es un problema del alma
Por esto y con el fin de ofrecer este servicio en Puebla y México, un grupo de profesionistas y de expertos a la cabeza de esta gran empresa, hemos creado el Instituto para el Desarrollo Integral del Talento Humano (IDITH) para contribuir al desarrollo de mejores seres humanos para los que la realización, el éxito y la felicidad sean una realidad. Para que puedan así, ser los mejores en lo que elijan y emprendan.
* Director del Centro Internacional de Seguridad Alimentaria