Las versiones de los vecinos de los municipios del “Triángulo Rojo” no reportan una, sino varias por día.
En las carreteras estatales y municipales por donde cruzan los ductos de Pemex, los habitantes reportan que después de las 7 de la tarde se instaura un "toque de queda".
Los vehículos que circulan por donde se ubica la zona de los huachicoleros son revisados por grupos armados, lo mismo el conductor.
Solo se permite que pasen los automóviles cuyos conductores son vecinos de esa zona, si no son obligados a retirarse e incluso amenazados para que no puedan pasar.
En Palmarito Tochapan, del municipio de Quecholac, así como en otras juntas auxiliares del municipio de Palmar de Bravo, por las noches se enfrentan entre sí.
Los vecinos escuchan los disparos y prefieren apagar las luces y ponerse a salvo.
Al siguiente día solo encuentran rastros de sangre y casquillos percutidos de todos los calibres, principalmente de rifles AK-47 y R-15.
Las balas de estas armas se venden igual que la gasolina robada.
Cada bala de rifle de asalto cuesta entre 10 y 15 pesos y a las orillas de las carreteras se ve a los vendedores, lo mismo que a los de hidrocarburo robado.
También se puede comprar un arma, desde una .9 milímetros hasta una matapolicías .40, o rifles de asalto.
En el "Triángulo Rojo" hay de todo, vehículos robados, venta de armas y de cartuchos y drogas para "traer locos a los sicarios”.
Todo.
La policía solo pasa por los alrededores recogiendo lo que los huachicoleros tiran, como señuelo, para que justifiquen el salario.
Los arreglos más importantes no ocurren en esta zona, sino en los mejores bares y restaurantes de Puebla.
Con maletas llenas de dinero.
Nos vemos cuando nos veamos.