En días pasados, la Dirección de Giros Comerciales de San Andrés Cholula clausuró el antro identificado con el nombre de “Voodoo Mamma”, que se ubica en la 6 Norte, luego de que los "cadeneros" o personal de seguridad, golpeara a uno de los clientes, que además resultó ser menor de edad.
Uno de los clientes o quienes pasaban por el lugar envió un video a un medio de comunicación y este lo difundió, resultando la clausura de negocio, de la que no se dieron detalles cuál era el alcance de esta.
Apenas se conoció de la clausura cuando otras solicitudes acompañadas de denuncias se comenzaron a difundir.
De entrada, es la solicitud a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), que investigue y actúe en consecuencia de casos de narcomenudeo, venta de armas, prostitución infantil, trata de personas y otros delitos graves.
Y es que se dijo que los encargados de la seguridad del antro actuaron de manera violenta porque se encontraban bajo los influjos de las drogas.
Además de que dentro y fuera del negocio existen sujetos que se dedican al narcomenudeo, además de que estos mismos le pueden conseguir desde un arma de fuego, cartuchos, hasta menores de edad.
Estos sujetos, de acuerdo con la denuncia, cuentan con toda la protección de la Policía del Municipio.
Los uniformados, en recorridos de seguridad, se han dado cuenta de los momentos de los intercambios de drogas por dinero.
Quienes se enteraron de la clausura saben que solo con el pago de una multa pueden abrir de nuevo el local.
Por esto mismo solicitaron que no solo se analice la golpiza de los guardaespaldas, sino la peligrosidad que constituye el hecho de que en el negocio exista el tráfico de drogas e incluso armas.
Esperan que, por volver a abrir este negocio, no ocurra una tragedia mayor.
De Uber a taxis
Usted debe ser de las personas que, como un servidor, utilizan, en ocasiones especiales, contratar un taxi para que lo traslade a una reunión donde lógicamente se le hace tarde.
¿Qué sucede?
La operadora de la central donde llamó le contesta mal y en muchas ocasiones le cuelga cuando está solicitando el servicio.
Si toma un taxi en la vía pública entonces corre el riesgo de que le cobren de más y en el peor de los casos, de que lo asalten.
Se sube a unidades que luego se descomponen y tiene usted que ayudarlo a empujar.
O el vehículo está en las peores condiciones de insalubridad.
Los vidrios de las ventanas descompuestos.
Los choferes conducen en estado de ebriedad, drogados o con resaca.
Tiene usted que soportar interrogatorios de su persona:
“¿Quién es?”, “¿a dónde va”, “¿dónde vive?”, “¿sí tiene dinero?”
Al final termina usted como blanco de un asalto.
Ahora aborde un Uber.
Usted sabe quién es el conductor y este quién es usted.
El cobro del viaje le aparece en su celular.
El vehículo es de óptimas condiciones.
Y últimamente puede pagar en efectivo.
Además de que toda la operación comercial le aparece en un recibo que le llega a su teléfono.
Eso molesta a los taxistas de unidades rotuladas que no pueden competir con el trato.
Mejor que le pregunten a los usuarios de taxis.
Todos quieren seguridad, un mejor trato, mejores condiciones de viaje y de costos.
Esos tratos no son políticos, son compromisos civiles.
Nos vemos cuando nos veamos.