Las noticias del 1 de mayo nos hablan de las sociedades disciplinarias, así como del tema transicional que hemos vivido: hemos pasado de las sociedades disciplinarias a las de control. El primer término (sociedades disciplinarias), corresponde el mérito a Michel Foucault, el segundo a Deleuze, aunque el primero también ha creado sus fundamentos. Ambos autores, de finales del siglo pasado y de origen francés.
Para ejemplificar lo que deseamos expresar, ahora el 1 de mayo también es “el día de los pintores de brocha gorda”.
Por supuesto que nada tenemos en contra de tal oficio, pero llama la atención que ahora sobre una fecha tan significativa como el 1 de mayo se coloque simbólicamente al día de estos oficios.
Creemos que a la larga intentan desplazar la idea de trabajador asociado a la fábrica por otra figura más laxa, sin derechos laborales. No es una casualidad colocar a los oficios-servicios justo el Día del Trabajo.
No es casual y aunque desconozco quién es el encargado de hacer de los tiempos calendarizados un objeto de intereses comerciales y de poder de cualquier tipo, no deja de llamar la atención el ubicar a una capa social como los “pintores de brocha gorda” exactamente sobre el primer día de mayo. Llama la atención igualmente que no eligieron al pintor artístico, sino al pintor, dicho sea con todo respeto, de casas, edificios o fachadas.
Y es que el tema de estos pintores no es únicamente los intereses comerciales de las grandes compañías dedicadas a colorear casas y edificios, que al final de cuentas poco les interesa el de brocha gorda como ser social. Se presta a la broma social y al debilitamiento de lo sólido que antiguamente era la clase obrera por su significado social, que poco a poco se ha debilitado y a lo que contribuye sin duda el tema del “día del pintor de brocha gorda”.
Debilitado porque la clase obrera perdió el lugar que el marxismo le había adjudicado como abanderado de la humanidad, sobre todo después de la caída del Muro de Berlín y, ahora, minado por las políticas neoliberales y la aplicación de tecnologías ahorradoras de mano de obra, así como por su incapacidad para quitarse de encima a los burócratas sindicales que han hecho de la organización del trabajo un negocio personal.
No es una casualidad que el 1 de mayo, con el significado que tiene para los derechos laborales de los trabajadores y que ahora se han debilitado como nunca, se sobreponga el tema de los “pintores de brocha gorda”. Si alguien creía que el lenguaje es inofensivo, aquí está un ejemplo de la manera como se utiliza como poder y que para muchos puede pasar desapercibido. Por el momento, al parecer el “día del pintor de brocha gorda” únicamente se celebra el México y Argentina.
Pero este hecho es parte sustancial de uno más significativo y del que no descubro nada sino simplemente retomo de los autores ya mencionados al inicio de este escrito. Hemos transitado de una sociedad disciplinaria a otra llamada de control, por Delueze y gubernamentalizada por Foucault. En el primer ejemplo, de las sociedades de control, se trata de nacionales, cerradas, como parte de un imperio o no, pero que tienen como esencia el control de la clase obrera como puntal.
Aunque el dominio en la fábrica es parte de otros eslabones disciplinarios de una sociedad de este tipo, aparte se le disciplina en la familia, la escuela, el barrio, el hospital, la iglesia, etcétera. En la vida se pasa del encierro en la casa al de la fábrica o en la escuela y el hospital. Lugares a los que acudimos de manera disciplinada, es decir, controlada, como si fuera parte de nuestra vida normal.
De esa sociedad disciplinaria hemos pasado, al final del siglo XX, según la opinión de los autores citados, a un tipo de sociedades abiertas en donde la disciplina ya no se aplica únicamente en los lugares ya referidos, sino en el espacio abierto. Cito algunos ejemplos, de la vida cotidiana y abierta de hoy y de cómo se ejerce el poder control.
Salimos a la calle con la sombrilla en la mano o con el abrigo según lo aconseje el estado del clima que nos proporciona el servicio meteorológico; nos pueden encerrar unos meses para evitar contaminarnos de alguna enfermedad viral; se deben evitar ciertas relaciones porque algunas personas nos pueden contaminar con SIDA; pasar horas de nuestras vidas viendo a las Chivas o al América del pasado nacionalista o a los Tigres y el Monterrey de la era neoliberal; estar en la escuela y nunca salir porque es necesario estar preparándose siempre; las deudas no persiguen de por vida individualmente o como nación; por la noche, debemos tomar una sustancia para dormir tranquilos, pero antes debemos escuchar lo que ha sido de nuestras vidas en los noticiarios nocturnos.
Finalmente, se acaba de anunciar el 30 de junio como el “día del asteroide”. Se deben crear mecanismos de defensa para evitar que los asteroides no choquen con la tierra. En otras palabras, las contradicciones sociales se han aligerado, trasladado al infinito y a nuestra cotidianidad. Hemos transitado de las sociedades disciplinarias a las de control, aunque una y otra coexistan espacialmente por todos lados.