Algo está pasando en nuestro aporreado planeta. El sol ya no es igual que antes, calienta diferente, el clima se ha vuelto loco, nosotros nos hemos vuelto más agresivos y crueles y el tiempo parece que trajera prisa, vuela. Cuando menos te das cuenta, ya es de noche y anda uno como si trajera chayotes en los calzones.
Algo está cambiando, menos la ceguera de muchos congéneres que han perdido la capacidad de auxiliar al jodido que tienen junto, es como si hacer el bien de vez en cuando les hiciera perder su poder.
Es triste, por eso vemos tanta locura regada por todo el mudo. No sé a dónde vamos a parar. Todos, todos, vivimos llenos de miedo. El que tiene temor que le quiten lo que tiene, el que no tiene, no sabe si podrá comer mañana, o si tendrá en dónde dormir, o si podrá pagar la escuela o los medicamentos para su familia.
De seguro no te estoy descubriendo el hilo negro, lector querido, lo único que intento es remarcar la idea de que algo está cambiando, y rápidamente, pero para el mal. Nos estamos yendo pa’ lo hondo, diría el lanchero. O cambiamos nuestras pinchurrientas actitudes, o nos vamos a llevar un megasusto cuando menos lo esperemos. Es como si empezáramos a cosechar lo que sembramos desde hace miles de años.
Ojalá y la boca se me haga chicharrón, pero lo dudo.