En 1985 me encontré, por primera vez, con un artículo sobre el cambio climático. Hoy en día, este fenómeno amenaza a 400 millones de personas, tan solo por la elevación del nivel del mar que provocaría el derretimiento de los polos.
No es ocioso recordar que en los últimos 50 años se han multiplicado por 7 los pagos por afectaciones producto de fenómenos meteorológicos a nivel mundial. No es un tema menor. Es una gran preocupación para la población actual y grave para las futuras generaciones.
Recuerdo que en el campo nuestros viejos siempre se hacían de un calendario de Galván al iniciar cada año. Era una herramienta informativa precisa sobre el inicio y término de la época de lluvias, tan importante para los ciclos de siembra.
Pero hoy, todos los fenómenos meteorológicos están alterados. Son más intensos, inciertos y devastadores, tales como las sequías y las precipitaciones torrenciales, huracanes, heladas y nevadas, tornados y granizadas como piedras de hielo.
El clima es el estado promedio de la atmósfera terrestre, medido a través de dichos fenómenos que definen el tiempo durante un periodo mínimo de 30 años. No cambia de un día para otro, ni siquiera entre años. Lo que escuchamos en la radio o vemos por la televisión y redes sociales es el reporte del tiempo: “Para hoy es lluvioso, frío, con viento, nublado, cálido”. Por ello, decir “el clima para hoy” es incorrecto.
Es importante recalcar que este se encuentra cambiando porque se han roto los equilibrios y ciclos ambientales, entre ellos el ciclo del agua, las corrientes de vientos, la temperatura de los mares, etcétera.
Mucho tiene que ver la contaminación ambiental, también. Se ha reportado la existencia de 4 grandes islas de basura de 2 millones de kilómetros cuadrados, cada una. Una sola, ubicada en el Pacífico Norte, se estima que tiene 100 millones de toneladas de plástico.
Hay un gran deterioro mundial del ambiente, pérdida de especies como la vaquita marina o la totoaba en el Mar de Cortés.
Se ha perdido el 90 % de las grandes especies marinas
En general, se calcula que ya hemos perdido el 90 por ciento de las grandes especies marinas y el 40 por ciento de las animales.
Hace unos días se informaba de un gran desprendimiento de hielo de casi 20 por ciento de la región “C” de la Antártida, creando el mayor iceberg de la historia. Sorprendentemente, también se daba cuenta sobre la aparición de pasto en áreas que siempre habían estado cubiertas de hielo.
En este contexto, es importante señalar que no se puede comprender la falta de respaldo del gobierno de los Estados Unidos al Acuerdo de París, el cual implica la reducción de las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Tampoco se puede entender la pobre atención que se da al cambio climático en los contenidos educativos de la mayoría de los países, la falta de leyes y regulaciones sobre este y, no obstante, existiendo las normas correspondientes, que no se cuente con programas y presupuestos suficientes para atender un problema que nadie desea llegue a afectar la vida y comprometer el futuro de nuestros hijos.
El cambio climático ha estado afectando el crecimiento económico de la mayoría de los países. Los daños a infraestructura pública, patrimonio familiar, sectores productivos y a la biodiversidad son trascendentes, pero actualmente tenemos nuevas plagas y enfermedades, o han crecido las áreas de influencia de determinados insectos, tales como los mosquitos causantes de varias enfermedades y hay una mayor presencia de plantas parásitas en árboles urbanos y bosques.
Por ello, se requiere de una atención integral que debe iniciar desde la educación en las escuelas, datos a la población para mitigar las acciones que deterioran el ambiente, así como una gran voluntad política de los gobiernos para atender realmente prioridades como la sobrevivencia humana.
La casa en donde vivimos se está calentando y el barco en el que viajamos tiene un destino cada vez más incierto.
Acontecimientos como la granizada de Paraguay, el desprendimiento de una porción de la Antártida, las nevadas en los Estados Unidos, las grandes sequías e inundaciones, la pérdida de vidas humanas, animales y plantas, no son un juego de niños. Es una amenaza grave para el futuro del mundo.
Director del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas
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