El homicidio de Aarón Varela, aspirante a la candidatura por Santa Clara Ocoyucan por Morena, no hace sino enturbiar el proceso en el que se encuentra inmersa la sociedad e irremediablemente, polariza posiciones.
De suyo grave que una persona pierda la vida en condiciones violentas, su condición política añade ingredientes poco deseables, como la virulencia que entraña entre quienes disputan el poder público.
En las primeras horas, luego del asesinato, la Fiscalía General del Estado apresuró a decir que el aspirante a competir por la candidatura habría conocido a sus victimarios. Sin embargo las líneas de investigación son trazadas en función del círculo del victimado y no hay aún una hipótesis concluyente.
En otro extremo, dirigentes y simpatizantes del partido político de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial antisistema, han dicho que se trata de un crimen político. Sin apresurar las causas de la violencia que cobró la vida de Varela, se puede dar por sentado que ambas posturas van a confrontar, sin remedio.
La muerte de un seguidor de Morena y aspirante a una candidatura ocurre además en un escenario marcado por la sangre y la tristeza de un pueblo por la muerte de José Luis Alberto Tehuatlie, un niño que a estas fechas habría cumplido 16 años de edad.
Murió en medio de un violento desalojo policiaco, liderado por un represor profesional al servicio del ex gobernador, Rafael Moreno Valle como Facundo Rosas, ex secretario de Seguridad luego de que los pobladores del lugar cerraron la autopista que conduce a Cuernavaca en demanda de la devolución de los servicios del Registro Civil.
Desde el verano de 2015 en que el pequeño recibió un impacto en la cabeza que le provocó la muerte cerebral y luego la pérdida de la vida, Ocoyucan vive un estigma: violencia, muerte y también impunidad. Ese había sido el estreno de la llamada #LeyBala.
El secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano condenó el crimen y ofreció continuar con las mesas de diálogo con más fuerzas políticas en contienda para evitar acontecimientos como el que hoy siembra la discordia y la desconfianza.
En mala hora Aarón Varela fue privado de la vida. Por su familia, sus cercanos y aliados políticos. Pero también por el contexto que se vive: violencia y política han dado como resultado los escenarios menos deseables para todos los sectores sociales que aspiran a tener por fin un sistema democrático civilizado, maduro.