El candidato presidencial del Movimiento Regeneración Nacional Andrés Manuel López Obrador llega este miércoles a Puebla en medio de un ambiente de expectación por varias razones que cruzan por la coyuntura local.
Un candidato a gobernador que por lo menos la última semana consiguió romper el empate técnico en las preferencias electorales, respecto de Martha Erika Alonso del PAN, según MassiveCaller por el posicionamiento del propio tabasqueño.
Es quizá el único de los perfiles que está a salvo de la disputa y la diatriba en que se vive en el serpentario en el que se ha convertido el partido en el que paradójicamente, su líder nacional proclama paz y amor.
Con una dirigencia sin capacidad ni la altura para apaciguar celos y egos exacerbados de sus figuras, la ausencia de solidaridad de grupo es moneda que atiza el golpeteo debajo de la mesa.
O cómo explicar que a estas alturas del proceso, cuando faltan 115 días para la elección un grupo de militantes de Morena encontraron que Gabriel Biestro tiene vínculos con el impresentable ex gobernador, Rafael Moreno Valle Rosas.
La acusación surge en un momento particular. Por un lado la candidatura a la capital para Claudia Rivera Vivanco por sobre Violeta Lagunes y Libertad Aguirre. La nominada forma parte del círculo de Biestro, quien la empujó a esa posición desde la dirigencia.
Biestro se impuso a Fernando Manzanilla, quien había impulsado a Paola Migoya, saltimbanqui de la política, pues aparecerá en la boleta por el Verde, ex aliado del PRI y ahora tapadera de Rafael Moreno Valle y sus corifeos.
También arrebató la estafeta a Alejandro Armenta Mier, el candidato al Senado que buscaba colocar como candidata a Libertad Aguirre.
Como letra escarlata, la acusación de tener intereses con el ex gobernador, a quien el propio Luis Miguel Barbosa dijo que llevará a la cárcel, debilita a Biestro Medinilla en la antesala de la llegada de López Obrador.
A estas alturas el señalamiento parece desproporcionado pues cualquiera que haya intercambiado opiniones con este dirigente de partido se puede concluir que claramente rompe con la ortodoxia de la clase política y encaja en el arquetipo de la idoneidad del activista de la izquierda de nuestros días.
Pero el serpentario de Morena carece de toda lógica y refuerza una añeja costumbre: calumnia que algo queda.