La suerte del Fiscal General de Puebla parece estar siempre atada al asiento de un avión. Cuando la policía de Facundo Rosas tiró del gatillo para que un artefacto golpeara la cabeza de José Luis Alberto Tehuatlie, el niño de Chalchihuapan muerto en mayo de 2014, Víctor Carrancá vacacionaba en Alaska, en el extremo norte del continente.

Ahora que las balas de un comando hicieron blanco en dos mujeres como Juany Maldonado y Érika Cázares el fin de semana pasado, el viajante servidor público y protegido de Rafael Moreno Valle estaba en el Cono Sur de América.

La Fiscalía General del Estado dijo que Carrancá Bourget estaba en un viaje oficial en Chile, aunque se sabía que disfrutaba de un viaje de placer en La Patagonia, Argentina a más de 8 mil kilómetros de distancia.

“El Fiscal @vcarrancab fue en comisión oficial al cierre del proyecto de investigación conjunto con Chile ya que Puebla destaca en materia pericial. Tras la actividad, regresó a supervisar avances de la indagatoria por los lamentables hechos en que fallecieron Juana N. y Erika N”, dice aún @FiscaliaPuebla.

Ahora sabemos por la columna Contracara de Enrique Núñez que el 3 de mayo de 2017, cuando se produjo el enfrentamiento entre elementos de la Marina Armada de México, policías estatales y huachicoleros en Palmarito, con saldo de diez muertos, viajaba a Colombia, con un boleto pagado con dinero público.

Son los costos de haber contratado a un funcionario acostumbrado a la vida dispendiosa que sólo unos pocos se pueden dar. Mientras en las oficinas del Ministerio Público carecen hasta de papel bond para trabajar en las carpetas de investigación, la zona climatizada del tercer piso del edificio de la 31 Oriente y bulevar 5 de Mayo, hace la diferencia.

Mientras los funcionarios de menor nivel en el renovado edificio, o cualquier sede alterna de la Fiscalía General del Estado saben que deberán cooperar hasta para la gasolina o pagar taxis para trasladarse a sitios en donde se pudo cometer algún delito para efectuar los peritajes obligados para iniciar indagatorias, también saben que en el tercer piso del inmueble tres chefs se turnarán para satisfacer el apetito de un Carrancá Bourget exhausto por el periplo emprendido.

La muerte de la candidata a diputada y la regidora del Verde que despertó indignación generalizada es una buena coartada para pedir la salida de Víctor Carrancá, pero no es el único motivo. En febrero de 2015 su escolta personal a bordo de la camioneta Suburban asignada a su uso personal daba cuenta de los abusos de este funcionario.

En la Parabólica de esa fecha el reportero escribió que detrás en el intento por resolver lo más pronto posible el secuestro y homicidio de un estudiante de la Prepa Tec, José Antonio Sebastián Rivera Préstamo se había intentado detener sin orden de aprehensión a un joven de nombre Christian Biffano, que viajaba a bordo del transporte público http://fernandomaldonadoglz.blogspot.com/2015/02/gente-de-victor-carranca-en-frustrado.html.

“Ese contexto explica la aparición de la camioneta Suburban color plata con placas de circulación TXX 6268, vehículo asignado al propio Víctor Carrancá y a la que hasta hace unos horas hacían intentos desesperados por cambiar la numeración de las láminas para evadir responsabilidades. La actuación en el penoso episodio a bordo del Bicentenario del coordinador de escoltas del procurador, Lauro Rafael de la Torre Panduro confirma la especie.

‘Una revisión a las bitácoras de la dependencia podrían evidenciar el nivel de improvisación en ese ‘operativo’ de la DGADAI, sólo comparable con los episodios de la célebre comedia norteamericana de la década de mediados de los '60, Súper Agente 86 que provocó hilaridad entre quienes conocen de protocolos de investigación y detención de delincuentes’.

La desgracia que viven familiares y amigos por la ejecución de Sebastián Rivera Préstamo lo es también para el titular de la Procuraduría General de Justicia porque lo puso en el tiro certero de la opinión pública, del escarnio de especialistas en materia de procuración de justicia y el enojo ciudadano”.

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces, salvo que el nivel de desaprobación alcanzó hasta los más altos niveles de la política, como la consorte del empleador de Carrancá: el ex gobernador Rafael Moreno Valle.