José Guadalupe Herrera había obtenido el voto mayoritario estudiantil de la Facultad de Zootecnia en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), sobre el candidato de los maestros, Maximino Huerta, y se convertía en director electo de la misma por 400 votos contra 100.
Se sabía que había realizado mucha labor social entre el electorado estudiantil, entre lo que destacaba las convivencias extramuros. Por ello, fue denominado como el director de los alumnos y no de toda la Facultad, porque los maestros no lo habían elegido. Era el año 1985.
Así estaban las cosas. Entonces se convocó a una reunión de maestros para analizar la situación donde resaltaron los argumentos señalados líneas arriba y, con gran enojo, se escuchó la propuesta “no dejemos que tome posesión porque no lo merece. Ganó con engaños, a la mala.”
Yo estaba allí. Con serenidad, que no tibieza, sin mediar mayor propósito que el respeto a las reglas del juego y mantener el interés institucional sobre cualquier intención o conveniencia personal. El señor ganó con las reglas que pusimos y aceptamos todos. Podríamos haber protestado antes de la jornada electoral pero ahora, después de los resultados, todos estábamos obligados a acatar la decisión de la comunidad.
Mi propuesta es que dejemos que tome posesión y demos la oportunidad que ejerza su derecho legítimo de dirigir nuestra facultad, expresé.
Lo que nos corresponde es apoyar y hacer cumplir las normas que nos rigen. Lo que deberíamos hacer es revisar en qué fallamos, por qué la comunidad no eligió nuestra opción y qué habremos de hacer para recuperar su confianza.
Propongo, dije, que llenemos de proyectos el escritorio del nuevo director, eso es lo más pertinente, así como fortalecer el trabajo.
Con el tiempo casi nadie presentó nada, no confiaron en una autoridad contraria, se sobrevigiló su actuar y se resaltaron hasta las más mínimas fallas y errores.
La convivencia política y la gobernabilidad son un gran reto que demanda la máxima inteligencia emocional de todos.
Debo decir que las cosas tomaron la normalidad requerida. Nunca el director electo supo de los servicios políticos de este escribiente, hasta hoy. Al menos no por mí. No era de mi simpatía, no voté por él, pero fui el primero en reconocerlo y darle mi apoyo. Un año después tuvo que abandonar la facultad. Incluso cuando renunció, por escrito y públicamente, dejó testimonio de mi trabajo académico y apoyo institucional.
No soy un demócrata de ahora ni de conveniencias. Lo he sido desde siempre. La regla es muy simple, no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan.
Más adelante, en 1988, fui electo director de la Facultad de Zootecnia y en 1990 designado por el Consejo Universitario, rector de la Universidad Autónoma Chapingo. Siempre, con la misma congruencia e integridad y con la mayor honestidad.
“Muchos solo creen en la democracia cuando ganan”
También he visto a muchos solo creer en la democracia cuando ganan y, descalificar airadamente cuando pierden. Esto viene a cuento por el desenlace del proceso electoral que acabamos de vivir.
Siempre he militado en el PRI. En este partido he tenido todas mis oportunidades de desarrollo político, dando resultados, siempre por honrosas invitaciones. Cuando he aspirado y no he sido favorecido, he sido el primero en sumarme a quien ha sido nominado. Y mi apoyo ha sido incondicional.
He defendido lo que creo con la mayor firmeza e intensidad. Pero siempre, al terminar el proceso con la elección, la vida vuelve a la normalidad.
Durante la jornada electoral reciente, yo no voté por Andrés Manuel López Obrador pero respeto la decisión de millones de mexicanos que sí lo hicieron. Y, reiterando mi lealtad al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a mi candidato, José Antonio Meade, fui de los primeros en reconocer y felicitar al Presidente electo.
Deseo sinceramente que al Presidente de la República le vaya bien porque así le irá bien a México. Entiendo la colaboración, sin colaboracionismo; el servicio, sin servilismo; siempre viendo por el interés superior de los ciudadanos.
Necesitamos acciones de reconciliación. Siempre he pensado que para defender una idea o una propuesta, no es necesario ofender. No es una cuestión de valor o “huevos” como muchos dicen, es una cuestión de civilidad. Necesitamos de todos y el respeto es fundamental hacia todas las personas y sus ideas. La violencia solo genera más violencia.
Requerimos menos crítica y más propuesta, requerimos las ideas pero más los proyectos. Necesitamos que los deseos se transformen en intenciones y que los problemas se conviertan en oportunidades.
Como dice Marc Allen: “por cada adversidad que se presenta hay una oportunidad igual o mayor”.
Felicito a Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de México, a los nuevos gobernadores de los estados, a los senadores, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales electos, y les deseo el mayor éxito por el bien de los mexicanos.
*Ex rector de la Universidad Autónoma Chapingo