Para poder llegar al Comandante 30, los integrantes de las fuerzas especiales de la Marina Armada de México debieron hacerse de información precisa que se obtuvo después de largos días de trabajo de análisis e inteligencia que permitió obtener la ubicación exacta del jefe de esa pandilla que pretendió constituir su propio cártel en Puebla.
El diseño del operativo que permitió su abatimiento junto al resto de sus seguidores requirió alta precisión. Para ello usaron recursos de alta tecnología como imágenes satelitales para analizar el perímetro: veredas, caminos adyacentes y barrancas.
Fue después de analizar la información obtenida que se tomó la decisión de actuar de noche, deslizar a un primer grupo de élite por una barranca a unos 20 metros de profundidad y caminar en la oscuridad unos 800 metros entre piedras, arbustos y ramales.
Un factor que fue analizado, el de los perros del lugar, fauna alerta ante cualquier movimiento extraño. Se usó un recurso que sorprende por eficaz y sencillo para engañar al agudo olfato de los canes y avanzar sin ser advertidos con ladridos.
Pasar sin ser advertidos en medio de la noche, por un sitio inhóspito sólo asequible a los lugareños, los perros y los guardaespaldas del Comandante 30, que saltó a la fama por la fantochería y la osadía de haber amenazado en un video al gobernador Tony Gali y al secretario de Seguridad Pública, Jesús Morales, era altamente complejo.
El grado de complejidad, planeación y precisión que requirió el operativo en el que fue abatido el Comandante 30 hace 17 días requirió semanas.
Y cuando se tuvo a la mano se debió tomar una decisión difícil: detener un convoy de unas 30 pipas cargadas de gas LP o esperar el último carro tanque, en el que viajaba el abatido delincuente.
En el mecanismo de captura trabajaron en estrecha coordinación el secretario de Seguridad, Jesús Morales Rodríguez; el ex Fiscal Metropolitano, Gustavo Huerta Yedra; y un mando de la Marina Armada de México que el Almirante Secretario, Vidal Soberón Sanz tiene al mando de un escuadrón altamente calificado.
Unas tres semanas antes de que una veintena de marinos camuflados ingresaran a la zona en la que había sido detectado el jefe de la banda que pretendió instaurar un cártel en Puebla, Morales Rodríguez dijo al autor de esta columna en una plática casual en un centro comercial que se confiaba en tener resultados satisfactorios en cuestión de días.
La historia que sigue ya todos la conocemos. El abatimiento de este sujeto permitió desmantelar un grupo delictivo que venía a pelear la plaza que por lo pronto, está relativamente pacificada.
Subrayarlo es vital en momentos en que llega a Puebla Gilberto Higuera Bernal, encargado del despacho de la Fiscalía General del Estado en donde estuvo hasta hace una semana el viajero ex funcionario Víctor Carrancá Bourget, un cero a la izquierda en la toma de decisiones como las que permitieron el abatimiento del Comandante 30 y otros.
Huerta Yedra se tuvo que ir de la dependencia sin parte del equipo de Víctor Carrancá, aún siendo el canal de comunicación entre el gobierno del estado y la Marina, con todo lo que ello implica. Morales Rodríguez sigue en el cargo, pero la dupla está rota.
En el ámbito de los conocedores del derecho penal y observadores de la cosa pública la pregunta es siempre recurrente: ¿no había un perfil poblano con capacidad para recomponer el tiradero que dejó el ex fiscal Carrancá?
Esa pregunta sólo será respondida cuando Higuera Bernal dé muestras de que operativos como el que permitió desarticular un grupo delictivo que ya cargaba con varios homicidios, robos de combustibles, extorsiones y amenazas no son la excepción sino la regla. Sólo entonces deberá ser juzgado.