Mens sana in corpre sano, decían los antiguos. Con el tiempo y después de haber hecho pinole mi corpore, he llegado a la conclusión de que el mentado refrán es cierto.
Para aquellos que no dominan el latín vulgaris, esto quiere decir mente sana en cuerpo sano. Aunque esto es relativo, porque puedes tener un cuerpo atlético cuasi perfecto y ser un vil huachicolero o un político perverso y tener una mente sana.
Hay que recordar que además de tener un cuerpo físico, tenemos un cuerpo energético que no vemos y que es uno con nuestro cuerpo de carne y hueso. Sin embargo, si logras mantener una mente sana, tu cuerpo obrará milagros y hasta curas increíbles, pero si no alcanzas un control de tus emociones tu cuerpo físico terminará pagando las consecuencias.
Nuestros pensamientos actúan directamente en la manera en que interpretamos todo lo que nos rodea, esto, a su vez provoca que veamos las cosas de forma positiva o negativa. Este desequilibrio terminará por destruir o deformar nuestro corpore, al tiempo que nuestros chamagosos pensamientos nos alentarán a vivir sumidos en un juego de incomprensiones.
Las emociones provienen de nuestras percepciones y ellas nos dan una información falsa o, relativamente cierta, de todo cuanto vivimos, haciéndonos creer que lo que vivimos es real, cuando que todo lo que vemos, tocamos, oímos, olemos y vemos es relativo. Por ejemplo: los colores que percibimos. Los colores no existen como tal, solamente son vibraciones de energía que varían de longitud de onda. Esto es, únicamente existe la luz y la oscuridad. Es la longitud de la onda de luz que rebota en lo que vemos lo que nos hace pensar que esto o aquello, es azul, rojo, amarillo, etcétera. En síntesis: sólo existe la luz y la oscuridad. En la oscuridad, por lógica, no existe energía alguna que nos permita crear en nuestra mente algo.
Lo curioso del caso es que el cuerpo energético que poseemos es, también, energía pura. Pura energía, no solo de acuerdo al pensamiento metafísico primigenio, sino a la actual física quántica… Luego, no somos lo que vemos y creemos, somos energía.