Quiso vernos la cara, pero no. No todos caímos en la trampa de corearle su sobreactuada faena. ¡Qué listo! Habrá pensado, a estos les gusta el toreo “bonito” y con un poco de dramatismo me los llevo al baile. Y sí, a la mayoría los puso a bailar jarabes y también flamenco, ¡ole con ole!

Gesticulaciones y el cuerpo arqueado, Antonio Ferrera movía la muleta en el ruedo de la Plaza México y el toro pasaba por la avenida Insurgentes. “Luna llena” fue un ejemplar que merecía otro trato. Ferrera optó por el toreo perfilero, el de no cargar la suerte nunca, superficial hasta la desesperación. Eso sí, “bonito”, de pases largos, lentos, pero fuera de cacho y sin sustancia. Entre todas las baratijas de pases, nos brindó una serie corta de tres derechazos y el de pecho, ¡oro puro! El que esto escribe lo toma como si nos hubiera sugerido: a ver si se enteran, miren de lo que se están perdiendo.

En México tenemos palabras que reflejan nuestro modo de ser: Algo y ahorita, sirven para atravesar el día sin quedar mal con nadie y menos con uno mismo. ¿Estás enojado? ¿Tienes mucho trabajo? ¿La quieres? Se contesta la palabra algo, y ya está. Puede ser sí o puede ser no, tal vez, mucho o poco, a saber. Ahorita también es un vocablo indeterminado, ¿a qué hora vas a empezar a torear en serio? Ahorita. Puede ser de inmediato, en el siguiente toro, en tres días o nunca. También inventamos la palabra ningunear. Esta sí, es determinante y sirve de preámbulo a las chispas que salen de un intercambio de machetazos. Se emplea cuando alguien ha menospreciado a otro. Me quiso ningunear, asevera el que le voló la cabeza a un congénere y con eso, se entiende que lavó su honor con sangre. Es que alguno de los dos espetó, usted no es nadie y vale lo que un cacahuate.

¿Antonio Ferrera se aplicó? Algo. ¿A qué hora realizó el toreo verdad? Ahorita. Lo que sí es un hecho es que nos vino a ningunear. A tratarnos como aficionados de tercera. Lo peor, es que sí lo somos.

Por su parte, el desigual encierro de Villa Carmela salió bravo. Una cosa es que en La México casi siempre salten al ruedo unos toritos nobles, muy jóvenes, débiles y bobalicones y otra, que los de esta ganadería fueran intratables. Hubo algunos buenos, unos más que otros. Ferrera desperdició a “Luna llena”. Saldivar hizo intentos, sin embargo, no acabó de entender a sus toros, incluido el de Xajay que sustituyó al quinto que se lastimó de la ganadería titular. Diego Silveti mostró el catálogo 2019 del pase insulso y disertó ampliamente sobre la teoría de descargar la suerte, la cual consiste en poner el pie de salida un paso atrás desde el primer muletazo. Acabar y el encierro a la basura.

No todo fue malo, además de la única serie valiosa del matador extremeño, hubo otras dos cosas realmente destacables esa tarde. Una fue la arrancada de largo de “Luna llena” y su pelea en el caballo, brava y emocionante. La otra, el puyazo con que lo atendió el picador Alfredo Ruiz, de ejecución impecable, soberbia bizarría para poner la vara en todo lo alto y detener la acometida sin bombear.

La ingenuidad del público de la Plaza México no debe atribuirse sólo a  ignorancia o a villamelonés extrema. Tal vez, el problema venga por otras veredas. Quizá, se trate de falta de identidad nacional y de un complejo de inferioridad colectivo, fruto de una educación histórica nefasta en la que la miss Rosita o la miss Lupita, pónganle como quieran, nos dijo que los conquistadores eran muy malos, y luego, por cuenta propia, despreciamos a los indígenas y así, con las venas llenas de sangre de unos y otros, la cara lela de asombro, no sabemos quiénes somos ni cómo darnos a respetar. Esa es la razón del espíritu derrotista nacional, de la falta de compromiso general, de la exclusión social y en los toros, el consabido cambiar el oro de nuestros aplausos, por los espejitos de una faena simplista. Si no, miren ustedes, es costumbre, a la profesora le decimos miss, o sea, señorita en inglés y, por otra parte, ver triunfar a Yalitza Aparicio ha puesto a cagar de envidia a tres cuartos de la población del país. De hecho, por su arte y por joder, ojalá, se gane el Oscar.

De toros, la peña conoce algo y promete ponerse exigente ahorita. Es un hecho, si no nos damos a respetar, nos van seguir ninguneando todos.