La llamada “Operación Libertad”, realizada el pasado 30 abril en las calles de Caracas por parte de la oposición, trató de convertirse en el parteaguas de ya muchas manifestaciones en busca de la remoción de Nicolás Maduro. Al igual que la mayoría de sus antecesoras, fue reprimida con violencia, provocando la ya acostumbrada ira de la Casa Blanca, que paulatinamente ha escalado amenazas desde el inicio del conflicto político y social, a través de técnicas que parecen estar más cerca del colonialismo que de una bien intencionada liberación de aquellos oprimidos por el régimen.

En Twitter, su canal favorito de comunicación, Donald Trump ha dejado claro su franco interés por la situación del país: Condenó la presidencia de Nicolás Maduro, anunció al menos una decena de sanciones y recortes diplomáticos, ofreció su respaldo a Guaidó y, más recientemente, intimidó a Cuba con el embargo si no retiraba su apoyo militar. “Los ciudadanos de Venezuela han sufrido por largo tiempo en las manos del ilegítimo régimen de Maduro. Hoy, he oficialmente reconocido al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela”, señaló entonces.

Otros funcionarios como el vicepresidente Mike Pence han hecho mancuerna: "¡Estamos con ustedes! Estados Unidos estará con ustedes hasta que la libertad y la democracia sean restauradas”, indicó tras la movilización tachada por el gobierno de Venezuela como un intento golpista. Mientras, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, hace poco más de un mes, no titubeó al afirmar que estarían dispuestos a aplicar la Doctrina Monroe “América para los americanos”, desde luego, no en el sentido con el que se forjó en 1823 como una advertencia ante las intenciones de la Europa imperialista, sino entendida como la autoridad autoproclamada de Estados Unidos para involucrarse en los asuntos concernientes al continente.

Las amenazas y comunicados, no obstante, poco han significado para la resolución del conflicto. Es cierto que sin el apoyo e impulso de Estados Unidos la causa de la oposición y la fuerza de Juan Guaidó no habrían sido las mismas, pero es necesario replantear si la “libertad y democracia” del pueblo venezolano, como indicó Pence, son el fin último de tal interés. Por el momento, es evidente que una intervención armada no solo socavaría los escasos recursos de los venezolanos y dañaría más a quienes se trata defender que al grupo en el poder, sino también atentaría contra la soberanía de una ya muy lastimada nación.

El relator especial de la ONU, Idriss Jazairy, advirtió que las sanciones unilaterales contra Irán, Cuba y Venezuela son ilegales, pues "violan los derechos humanos y las normas de comportamiento internacional". En este caso, las medidas económicas estarían afectando más la endeble economía local que logrando un resultado efectivo contra el régimen, “convirtiendo a las personas comunes y corrientes en peones y rehenes” de las diferencias políticas entre gobiernos, manifestó Jazairy.

Específicamente, refiere a la más reciente decisión de Estados Unidos de limitar a los venezolanos el acceso a remesas y tarjetas de crédito de sus connacionales en el país norteamericano a partir del 2020, a través de la prohibición al Banco Central de Venezuela para realizar transacciones en dólares: "Es difícil imaginar cómo es que las medidas que tendrán el efecto de destruir la economía e impedir que los venezolanos envíen dinero a casa puedan decirse que están dirigidas a 'ayudar al pueblo”, finalizó.

¿De qué manera la comunidad internacional puede cooperar con los ciudadanos de Venezuela para enfrentar la crisis política y económica? ¿Qué medidas son efectivas y legítimas? Según autoridades de Venezuela, la “Operación Libertad” dejó más de 200 detenidos, 5 muertos y el aseguramiento de un opositor más, el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, pero estemos seguros que las protestas no terminarán. Por el momento y, quizá debido a la también tensa relación de EU con Irán, medios y funcionarios  refieren que Trump no estaría interesado en enviar tropas a Venezuela, aunque siempre ha considerado toda medida como válida para “presionar a la restauración de la democracia”.