Un maestro en el arte del debate parlamentario, un académico que cree que los problemas más severos de Puebla se solucionan con el método científico y un candidato que busca empatía con la sociedad; fueron las tres propuestas de gobierno que ayer vimos en el debate.
Más allá de las descalificaciones y las acusaciones entre Miguel Barbosa y Enrique Cárdenas sobre sus limpias o turbias fortunas, hay dos cosas que debemos destacar.
Por un lado, aunque el formato fue mucho mejor que lo realizado en todas las elecciones anteriores, los candidatos desaprovecharon la oportunidad de realmente explicar ¿Cómo piensan resolver las demandas más sentidas de los poblanos?
A mí, como a muchos de los que observamos el encuentro –pese a que había partido de fútbol y el último capítulo de Juego de Tronos- nos hubiera gustado saber cuál es la verdadera diferencia al votar por tal o cual candidato.
Todos hablaron de la pésima impartición de justicia en el estado así como de la inseguridad que un día sí y otro también golpea a los poblanos, pero fue poco claro, por no decir inexistente, el proyecto de cada uno de los tres candidatos para minimizar esta ola roja.
Si bien los tres –Miguel Barbosa, Jiménez Merino y Enrique Cárdenas- se pronunciaron contra la corrupción e impunidad, tampoco dejaron en claro cuál sería su actuar en caso de ganar la elección del próximo 2 de junio.
Y ahí radica el problema.
Para los candidatos a la gubernatura, el debate fue más un ring de box en donde los golpes, algunos reciclados, fueron la prioridad; mientras que las propuestas para administrar el estado, quedaron en último lugar.
Quizá por ello sólo uno de cada tres poblanos, de acuerdo con el BEAP, decidió ver el debate antes que decantarse por una semifinal o el capítulo final de una serie.
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Mal y de malas
El segundo punto a destacar es la falta de oficio de Enrique Cárdenas quien nuevamente renegó del partido que lo postula y arrancó su presentación anteponiendo a Sumemos, que si bien está en vías de conformarse como organismo político, aún no es partido ni mucho menos su impulsor.
Enrique Cárdenas quien durante el inicio del debate se mostró fuerte e incluso fue el primero en soltar los golpes, perdió la concentración a la mitad del encuentro y para el final del mismo, se notaba severamente enojado.
Frases como “en Puebla se cultiva el agua” o “(Barbosa) ganó en los tribunales su candidatura”, dibujaron en el imaginario colectivo a un candidato que perdió los estribos y que incluso no se preparó lo suficiente para afrontar un examen en el cual se jugó nada más y nada menos que la gubernatura.
La imagen del exrector de la Udlap, del exdirector del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), fue borrada por completo durante estos 50 días de campañas y la desagradable visión genérica del “todos son iguales”, “los políticos son corruptos”, comienza a reflejarse en el rostro del “rector”.
Cárdenas Sánchez también pagó el precio de no recorrer Puebla, sus siete regiones y sus municipios, demostró que desconoce desde carreteras interserranas hasta la división de poderes pues se atrevió a decir que le indicaría al Congreso qué leyes necesitaba para su gobierno.
También consideró que los problemas de Puebla se deben resolver con investigaciones, pese a que nuestro estado, como casi todo el país está sobre diagnosticado, lo que requiere son acciones y proyectos de gobierno, enfocados, precisamente de formas diferentes, dependiendo de lo que cada localidad necesita.
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Llamado a la reconciliación
Aunque la intención es buena, habrá que ver hasta a dónde le alcanza al priista Alberto Jiménez Merino en las próximas elecciones y le digo esto porque sí bien es de los tres candidatos, el que mejor conocer campo en Puebla y las necesidades de sectores como los migrantes, también es una realidad que el debate no le ayudó mucho para posicionarse.
Congruente con su solicitud de reconciliación, el exrector de la Universidad de Chapingo, evitó a toda costa confrontarse con sus adversarios, desaprovechando con ello la oportunidad de exponer su proyecto de gobierno.
En resumen, el encuentro, moderado por dos mujeres que por momentos exageraron en lo incisivo, nos ofreció un mejor formato para confrontar ideas pero de nuestros tres candidatos no hubo uno solo que supiera explotar esa ventaja, o tal vez no quisieron.