El desbordamiento de la violencia callejera en Puebla no admite réplica. Más que un asunto de percepción, los habitantes de la capital enfrentan permanentemente la zozobra de saberse presas de la delincuencia más virulenta de los últimos años.

Grupos de pandilleros locales que en el pasado utilizaban armas punzo cortantes pasaron a convertirse en hampones con arma en mano. Esa situación se ha recrudecido en los últimos meses, sobre todo en una zona de la ciudad claramente delimitada.

El área en la que se ha disparado el número de asaltos con armas de fuego destaca el sur, y parte de la colonia Universidades, las unidades habitacionales de San Bartolo, Agua Santa, la avenida Las Torres y colonias como Villa Encantada y El Cerrito.

La explicación a este fenómeno tiene una razón: el mercado negro que se alimenta de dinero de dudosa procedencia para la adquisición de armas de todo tipo de calibre en un establecimiento que tiene un pasado delictivo.

Se llama La Casita Bar, en donde en 2018 ya se había registrado un homicidio luego de una riña entre comensales, según publicó el diario El Popular, el diario capitalino cuyas instalaciones están precisamente en esa zona geográfica, que el 28 de febrero pasado sufrió un violento atraco donde perdió la nómina de sus trabajadores.

Al propietario del bar se le conoce como Magno” y es capaz de ofrecer un catálogo de armas de fuego como si de una colección de autos a escala se tratara, narró una fuente que atestiguó la forma de operar del sujeto, escondido detrás de la fachada del local comercial. 

Los atracos a mano armada han disparado sin que hasta el momento, las Secretarías de Seguridad Pública Municipal o Estatal hayan podido establecer una línea contundente para frenar los violentos grupos locales que han contribuido al incremento de la ola delictiva.

Hay una realidad soslayada en los ámbitos de seguridad y sus aparatos de inteligencia.

La ineficacia o complacencia son la constante mientras cualquier pandillero puede ir al mercado negro para adquirir un arma, como la que arrebató la vida a Nancy Álvarez González, la madre de familia que el sábado pasado llevaba a su hija para presentar examen de admisión a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

¿Qué esperan para actuar de una vez?