Quien empieza a dar señales de que no le temblará la mano para poner en orden a quien se salga del marco legal es el gobernador electo Luis Miguel Barbosa.
Ayer domingo fue entrevistado por la reportera Yazmín Curiel de Intolerancia Diario sobre los excesos del alcalde de Tehuacán, Felipe Patjane, quien utilizó un helicóptero para entregarle un anillo de compromiso a su directora de cultura, Paulina Vargas Sobrado.
Tajantemente, Barbosa Huerta dijo: "Cada hecho que parezca un acto excesivo, desvíos de recursos públicos, para deslindarlos si lo es o no lo es, tiene que ser investigado por la Contraloría del Estado. No por la que está saliendo, la Contraloría de mi gobierno; eso, para que quede claro que yo no voy a dejar pasar nada hasta que sea determinada su legalidad o ilegalidad".
Evidentemente, el estilo barbosista dista del sello presidencial en el que AMLO se ha cansado de justificar los excesos y la ineficiencia de altos funcionarios de la llamada Cuarta Transformación incluida la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum y el gobernador veracruzano Cuitláhuac García; a diferencia del mensaje que manda el gobernador poblano que anticipa cero tolerancia para quienes transgredan la ley y los principios.
Habrá que verlo en los hechos, pero de entrada, la señal anticipa la mano dura con la que gobernará Puebla.
Por el bien de todos, ojalá.
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La excluyente presidenta municipal
La exsecretaria de Diversidad Sexual del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Claudia Rivera Vivanco, que hace menos de dos años exigía la inclusión de todos los grupos de la sociedad para terminar con la discriminación y así llevar una sana convivencia, se olvidó de sus “férreos” ideales y el pasado sábado intentó bloquear la marcha que desde hace 18 años realiza en Puebla la comunidad lésbico-gay, y a la que se han sumado otros grupos como los transgénero.
Las imágenes en vivo que transmitieron los activistas a través de las redes sociales muestran el momento en el que elementos de Seguridad Pública y Tránsito Municipal en las cercanías de Plaza Dorada, le piden a un manifestante un permiso por escrito para poder marchar, para ello ya habían colocado una grúa para bloquear el paso y que no marcharan por el bulevar 5 de Mayo.
Los manifestantes se saltaron el camellón y comenzaron a caminar sobre el bulevar hacia el Zócalo, pero la intimidación no quedó ahí pues elementos de Seguridad Pública comenzaron a vigilarlos en una ciudad insegura que requiere a los policías cuidando las calles, no bloqueando una marcha que en dos horas desaparecería.
Incluso cuando el activista conocido como Tuss Fernández transmitía, un policía se acercó con otro elemento vestido de civil para decirle que lo iba a remitir por estar grabando lo que acontecía en el evento.
Horas antes, en las redes aparecieron imágenes de los representantes de los grupos pidiendo a Claudia que sacara las manos de la marcha.
Hasta aquí todo podría pasar como un acto de prepotencia y autoritarismo de un funcionario municipal, pero las cosas toman un rumbo distinto cuando comprobamos que Claudia Rivera apoyó otra marcha en favor de la diversidad sexual ese mismo día, pero con la diferencia de que está era la marcha de sus amigos.
Así como usted lo lee. Al clásico estilo de Rafael Moreno Valle que excluía de los desfiles a los grupos contrarios y daba preferencia a los afines, la presidenta municipal hizo lo propio con sus cuates.
Por irónico que parezca, la promotora del gobierno incluyente, resultó excluyente justo el día de la diversidad sexual. ¿Así o más incongruente?
Ver para creer.