La captura de José Cristian N., alias El Grillo, autor de un auténtico rosario de delitos que van desde homicidios, levantones, cobros de piso en la zona del mercado de autopartes en la 46 Poniente, tráfico de drogas y hasta de amenazar al actual secretario de Gobernación, Fernando Manzanilla Prieto y al de Seguridad, Manuel Alonso abrió más preguntas, que las respuestas que han podido obtenerse en las primeras horas de cautiverio.
La red de complicidades y relaciones que este “presunto” multihomicida tejió alcanza a mandos de la Fiscalía General del Estado, de la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal, en tiempos de Manuel Alonso y hasta con el senador del Movimiento de Regeneración Nacional, Alejandro Armenta Mier.
Ya se ha contado en esta columna sobre el número de detenciones de las ha sido objeto José Cristian “N”., sin que en ninguno de los casos se le haya fincado responsabilidad bajo una argucia legal que lo puso en la calle más pronto que en entrar a rendir algún tipo de declaración.
La última vez que cayó detenido por conducir un auto deportivo con un valor superior al millón de pesos, sin placas sobre Periférico por el rumbo de Valsequillo, uno de sus lugartenientes apodado Julio Mix o “El Gordo”, se acercó con la fuente que daba cobertura a la manifestación de seguidores de El Grillo fuera de la Fiscalía General, para decir literal: “todo tranquilo, el líder no tarda”.
Y en efecto, no tardó y hasta mariachi le llevaron. Ejemplo de ese sistema de justicia bizarro, construido bajo la sombra del panismo en el gobierno.
En el interior de la dependencia con Víctor Carrancá, el ahora imputado entró y salió a placer porque fuentes informadas dijeron al autor de la columna que los servicios que prestó este gangster eran un “mal necesario del sistema”, al servicio de un sujeto que murió con la caída del helicóptero y que lideró al grupo político que no tiene ya cabeza visible.
El manto de impunidad le permitió a este sujeto tener hasta 15 sicarios a su servicios de los que existen fotografías, nombres y métodos de operación; una cadena narcotiendas atendidas hasta por sus parientes en casi todos los mercados de la capital de Puebla.
Autos de alquiler de la plataforma Uber y del Consejo Taxista fueron citados en la madrugada del 1 de julio, el día de la jornada electoral, en una bodega del Mercado Unión para movilizar a grupos armados que más tarde dejarían el anonimato para sembrar el temor entre los ciudadanos que habían decidido ir a votar en esa jornada histórica.
De nada sirvió el aparto de inteligencia que mantuvo el entonces titular de Seguridad Pública Municipal, responsable directo de salvaguardar la tranquilidad de la jornada comicial ese día.
La gente de El Grillo actuó sin miramientos, pues se supo protegida o ignorada deliberadamente; ni una sola patrulla apareció en ninguno de los multicitados actos de violencia que mancharon la jornada en el contexto nacional.
El Grillo volvió a las esferas del poder tiempo después. En la interna de Morena para elegir candidato al gobierno de Puebla, apareció en tres lugares con el aspirante a gobernador Alejandro Armenta Mier y cuyo testimonio gráfico fue publicado por el periódico e-consulta del periodista Rodolfo Ruiz, el domingo 3 de marzo.
“No les vamos a permitir que salgan con sus maletas de dinero, no les vamos a permitir que sigan saqueando al estado, les vamos a exigir cuentas porque sólo llegaron al poder a saquear el dinero del pueblo, son la herencia de ese morenovallismo que no queremos en el estado”, arengaba Armenta Mier cuando a tres pasos El Grillo andaba enfundado en una elegante camisa tipo Polo de marca GAP, con lentes para protegerse del sol y con gafete de Morena.
La premisa para la Fiscalía General del Estado será mantener con vida al sujeto detenido la víspera en la alcaldía de Xochimilco de la Ciudad de México, aunque siempre habrá fuerzas oscuras que supondrán que sin vida, el presunto matón, narcotraficante y extorsionados vale aún más.