No hay aún fecha oficial en el calendario, pero la de ayer debe ser recordada como la más traumática para la sociedad poblana y ejemplo nacional de que cuando la disputa del poder no tiene límite, no existe mecanismo jurídico ni político para frenar la fuerza oscura en su esfuerzo para perpetuarse en el poder.

Hace un año que Puebla estuvo a punto de la confrontación violenta entre dos grupos antagónicos que habían medido fuerzas en las urnas, el 1 de julio, en esa jornada histórica por varias razones, de las que Puebla fue la excepción: el hallazgo de un grupo de operadores del Partido Acción Nacional en el hotel MM Grand y la sospecha permanente de que ahí se fraguaba el fraude para mantener al mismo grupo más allá de los ocho años que suponían los seis de Rafael Moreno Valle y los dos de Antonio Gali Fayad.

La de ayer fue la efeméride de la vergüenza nacional. Muestras de la barbarie que busca imponerse a fuerza de la violencia y el amago. Más que actos celebratorios por el triunfo de la Cuarta Transformación, el 1 de julio de 2018, se deberá hacer memoria por los actos que siguieron a la jornada electoral.

La gresca protagonizada por los seguidores del Movimiento Regeneración Nacional, Partido del Trabajo y Encuentro Social con el Partido Acción Nacional, que ofreció escenas de oprobio por el nivel de degradación de la política, antípodas de la ejemplar conducta del ciudadano que decidió el rumbo del país el domingo previo.

Como telón de fondo, la duda sobre si en ese salón rentado por el PAN se encontraba la entonces candidata Martha Erika Alonso Hidalgo, declarada gobernadora por los tribunales federales a la luz de la presencia de dos personajes clave en ese recinto: la directora de comunicación de la mujer fallecida el 24 de diciembre, Sandra Izcoa y del ex diputado federal, Eukid Castañón.

En medio de la polarizante escena de la tarde de hace un año, aún reinante el caos, acusaciones mutuas, la presencia de la Policía Estatal y el inmueble destruido, la respuesta pacífica de la sociedad organizada para condenar la violencia que había opacado el domingo 1 de julio. 

Una enorme columna de jóvenes que decidió marchar del Paseo Bravo al edificio del Instituto Electoral del Estado, instancia que se había colocado como el enclave de una serie de prácticas ilegales para favorecer al grupo que disputada la posesión del poder a la oleada propiciada por la coalición Juntos Haremos Historia.

Hace exactamente un año que esa estampa de violencia y polarización marcó el rumbo de los poblanos, incluso a quienes se han mantenido alejados de la política y la cosa pública. El hilo de tiempo continuó aún hasta el largo proceso de impugnación, la lentitud del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, su conducta sospechosa y luego el deceso del matrimonio Moreno Valle - Alonso Hidalgo.

Luego vendrían los interinatos, el de Jesús Rodríguez Almeida, Guillermo Pacheco Pulido, la elección extraordinaria y su resultado. La larga historia de disputa, polarización marcó el presente y el futuro de Puebla. Por el bien de todos, es mejor tener memoria para no tener que volver a vivir un pasaje lleno de oprobio.