La salida a escena del activista Luis Soriano Peregrina, hasta hace poco tiempo subsecretario de Prevención de Delitos y Derechos Humanos en la era de Fernando Manzanilla en Gobernación, parecía legítima ayer en la plaza pública, hasta que soltó el dardo envenenado: “Pareciera que Gabriel Biestro es más morenovallista” .
El legislador que goza de cercanía del gobernador Miguel Barbosa no sólo es uno de los obradoristas químicamente puros, sino además, un convencido de la Cuarta Transformación, a despecho del grupo de oportunistas que se subieron a ese tren cuando advirtieron que el sistema del que se habían beneficiado por años no daba para más. Decir que Biestro es el más morenovallista no resiente el más elemental de los análisis.
El contexto en el que se produjeron los señalamientos de Soriano en contra del líder de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional y presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política es complejo, que además ofrece múltiples lecturas para los iniciados.
Soriano Peregrina dejó su encargo en la oficina de Casa Aguayo para competir por la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos que dejó vacante un auténtico adicto al grupo del extinto senador, Rafael Moreno Valle hasta su deceso el 24 de diciembre con la caída del helicóptero, Adolfo López Badillo.
Gobernación perdió a un funcionario de excepción dedicado de tiempo completo a las tareas inherentes a la defensa y promoción de las garantías individuales para salir en la búsqueda de otra responsabilidad; sin embargo, algo sucedió en el camino: un extravío en la experiencia de este activista resulta ingenuo.
En el fondo está la disputa que viven dos integrantes conspicuos de la cúpula de la coalición Juntos Haremos Historia: Biestro y Fernando Manzanilla a quienes se les ve con posibilidades de competir por la candidatura a la presidencia municipal de la capital en 2021.
El ex subsecretario de Prevención del Delito y Derechos Humanos que la víspera salió a protestar por el incremento a la tarifa del transporte público anunciado el fin de semana pasado por el gobierno de Miguel Barbosa algo debe saber que el resto ignora.
El proceso de selección en el Congreso del estado para designar a un nuevo ombudsman poblano no le será favorable y debe saberlo. O tiene línea directa del inquilino en Casa Aguayo particularmente sensible a la prensa insumisa —tal y como ocurrió durante el morenovallismo—, para agitar el escenario y debilitar a quien se advierte como serio oponente en el futuro.
El dardo envenenado de Soriano, el activista se inscribe en una extraña campaña que ha convertido al legislador en el blanco de una diatriba política con visos futuristas. La mano que tiró de los hilos de la estrategia comienza a ser visible.