“Los días vienen y se van como figuras veladas y apagadas enviadas por un amigo lejano, pero no dicen nada. Y si no utilizamos los dones que nos traen, se los llevan también en silencio” (Ralph Waldo Emerson).
Las fiestas decembrinas siempre ofrecen la oportunidad de tener espacios valiosos para la reflexión personal y colectiva. Permiten el recuento de lo realizado, lo logrado y hacer una relación de los nuevos proyectos, las nuevas metas para el año que inicia.
Celebrar y conmemorar el nacimiento de Jesús, para quienes practicamos la religión católica, y el inicio de un nuevo año, son también grandes momentos para desear lo mejor a nuestros semejantes y expresarles nuestros más preciados sentimientos.
Feliz Navidad y un mejor Año Nuevo va aparejado con el ejercicio autocrítico de agradecer lo que logramos, lo que recibimos, lo que hicimos y lo que no pudimos hacer ni lograr. Si todos estuviéramos satisfechos con nosotros mismos no habría héroes, dijo Mark Twain.
Hemos perdido mucho tiempo buscando la felicidad y la inspiración fuera de nosotros. La felicidad está en nuestro interior, no se puede comprar ni pedir prestada. Y la motivación surge de la visión que podamos crear para luego hacerla realidad. La visión es lo que ve la mente, misma que deberá convertirse en visión escrita y luego en visión física.
Hemos pasado muchos años culpando a otros de lo que nos ha pasado, casi siempre de lo malo, porque de lo bueno nos excedemos en presumir. Hemos olvidado la máxima de Ernest Hentley, soy el amo de mi destino, el único capitán de mi alma.
He despreciado a mi alma cuando eligió lo fácil, y debía escoger lo difícil! He despreciado a mi alma cuando la vi arrastrarse y debía estar en las alturas, escribió sabiamente Jalil Gibrán Jalil.
Al tomar el papel de víctimas hemos renunciado al poder de cambiar nuestra realidad, porque cedemos ese poder a otros o a seres imaginarios superiores a nosotros y automáticamente nos rendimos.
O, erróneamente nos preocupamos por problemas en los que no podemos influir y olvidamos aquellos en los que se puede hacer algo. Por ejemplo, los campesinos y productores agropecuarios siempre han deseado que los precios de sus cosechas sean mejores.
Pero no es algo en lo que puedan influir, excepto que planifiquen las siembras y calendaricen las ventas. Lo que se ha olvidado muy comúnmente es que, en donde sí se puede influir es en la reducción de costos de producción con lo que independientemente de los precios se puede logra mayor competitividad.
Y aquí es donde, ya en el plano social, culpamos siempre de nuestros males a los gobiernos. La crítica es para todos, nadie se escapa. Pero, hablando con responsabilidad, se observan muy pocas propuestas. Yo también tengo mi opinión de los gobiernos, incluyendo a los que he sido parte.
La soberbia, la ignorancia, la mala intención, la corrupción, la escasa capacidad para escuchar, la falta de cultura para reconocer a otros en sus diversas combinaciones de intensidad, se ha dado desde siempre. Y en todos los partidos. De lo que se trata es qué hago yo por los demás y no de qué hacen los demás por mí. Servir a los demás es el mayor y verdadero sentido de la vida.
El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con los demás (Theodore Roosevetl) y Solo obtendrás lo mejor de los demás cuando des lo mejor de ti mismo (Harry Firestone).
Por todo esto, como poblano orgulloso “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.