Víctima de su propia circunstancia José Juan Espinosa Torres estaba lejos de ser acorralado jurídicamente como ahora sucede, en la tercera semana del mes de junio de 2018, cuando él mismo era candidato a diputado local por la Cuarta Transformación.

Montado en la locomotora imbatible de Andrés Manuel López Obrador, candidato a la presidencia de México, Espinosa Torres dejó con la mano extendida a Mario Riestra, candidato al Senado por el Partido Acción Nacional, compañero de fórmula de Nadia Navarro.

Sucedió en el back stage del estudio de TV UDLAP, desde donde se transmitiría el segundo debate entre candidatas y candidatos al Senado, en el que Nancy de la Sierra, su esposa, participaría. Los saludos de cortesía ocurrieron antes de entrar al foro. Riestra presente extendió la mano y JJ, quien dueño de una patanería sin límite, lo ignoró.

El silencio incómodo fue roto cuando el personal a cargo de la producción invitó a pasar a los integrantes de la segunda fórmula senatorial. La historia iba a cambiar poco después, cuando Navarro y Riestra acusaron a José Juan Espinosa de enriquecimiento ilícito.

Por eso es que si la argumentación frente al Fiscal Anticorrupción, en donde José Juan Espinosa enfrenta la acusación aquella de parte de los panistas, es la de la persecución política, está perdido.

La víspera que debió comparecer por las acusaciones que se le han formulado acusó una campaña política en su contra para sacarlo a la mala de la nominación para la candidatura a la presidencia municipal en 2021.

No ha sido capaz, sin embargo, de ofrecer datos consistentes que expliquen la bonanza inmobiliaria que vive desde que fue presidente municipal en San Pedro Cholula, a través de una triangulación de adquisiciones de inmuebles, donación y recompra para beneficio personal, esquema en el que involucró a su propia familia.

El diputado parece olvidar que frente a la opinión de un señalado, tiene mucho más peso el montón de evidencia que sugiere haberlo convertido en el principal beneficiario de una estrategia de acopio sin mesura de predios en Atlixco.

La victimización, como instrumento de defensa habitual en el caso de Espinosa Torres, no parece ofrecer dividendos frente a un escandaloso caso acumulación de bienes, como se establece en la carpeta de investigación respectiva.

Un episodio análogo ocurrió con el edil de Tehuacán, Felipe Patjane Martínez en la víspera de la aprehensión de la que fue objeto en noviembre pasado. Justo en la víspera de la detención antes de abordar un avión para poner tierra de por media, el presidente municipal se había dicho perseguido político

Patjane Martínez fue el primer servidor público de la Cuarta Transformación en ser acusado formalmente en un tribunal, con ello se sentó un precedente nacional, Espinosa Torres parece andar el mismo derrotero. La virulencia de su línea discursiva no hace sino establecer con claridad los límites de su escaso margen de maniobra.

El último recurso fue el auto destape a la presidencia municipal cuando sabe que no tiene posibilidad ni en el Partido del Trabajo de Alberto Anaya, en donde ya le cerraron toda posibilidad de arroparlo. Las cartas están sobre la mesa y el arrogante que dejó con la mano extendida a un adversario del PAN en junio de 2018 lo intuye. Está acorralado y sólo en la Fiscalía Anticorrupción se sabe si sus días en libertad están contados.