Aunque hayan gobernado Puebla durante 8 años, la realidad es que el PAN sólo le prestó la marca a Rafael Moreno Valle, quien gobernó con todos menos con panistas.

El ADN azul de quienes han militado en ese partido en Puebla pareciera tenerlos sentenciados a no entender sus circunstancias.

Hagamos un recuento. Antes de que Moreno Valle les arrebatara su partido en Puebla, el PAN luchó contra el poderoso sistema priista, hasta lograr posicionarlo junto con varios personajes de esta aldea, como ellos gustan llamarle.

Durante décadas pelearon por una ideología, que nos guste o no, logró convencer a miles de poblanos de ver en el PAN como la única y real opción de cambio.

Ahí surgieron figuras como Ricardo Villa Escalera, Paco Fraile, Ana Teresa Aranda, Gabriel Hinojosa, Luis Paredes, Eduardo Rivera, Humberto Aguilar y otros más.

Algunos de estos personajes fueron emanados de la vieja doctrina derechista, hoy identificada como yunquista, otros del movimiento FUA, algunos otros de las fuerzas doctrinarias principalmente de la UPAEP, otros llegado desde otros estados y uno sur otro de perfiles ciudadanos.

Para el momento en que Rafael hizo el abordaje, ya existía una base de jóvenes políticos con perfil para darle continuidad a la lucha de décadas.

Para su mala fortuna a Moreno Valle lo que menos le interesaba era darle continuidad política a esos personajes, y salvo contadas excepciones, todos terminaron en la congeladora.

En los años de la hegemonía morenovallista, los únicos que subsistieron fueron los paleros a ultranza. Sume usted ahí a personajes con Pablito Rodríguez o cómo la propia Genoveva Huerta quien —por irónico que le escuche— hoy se ha convertido en la verdadera enemiga del panismo.

Pero regresemos al ADN del panista poblano. Así como cuando estaban muy cerca de llegar a Casa Puebla, en donde decidieron entregarle las llaves a un oportunista como Moreno Valle, ahora parecen haber tomado ese mismo camino, al no comprender que sus pleitos intestinos los pueden hacer nuevamente a un lado en su lucha por ganar un importante número de alcaldías —principalmente la de la capital—, diputaciones federales, pero sobre todo, el congreso local.

Sí bien es cierto que un grupo en donde se encuentran Humberto Aguilar, Eduardo Rivera, Ana Teresa Aranda, Jesús Zaldívar y también Jorge Aguilar y Mario Riestra, están en el camino de los acuerdos. Su presidenta de partido, Genoveva Huerta, junto con un grupo de patéticos lame botas, están obstinados en desarticular al panismo poblano.

Son las mismas prácticas de los ochentas y noventas, en donde algunos dirigentes preferían negociar con el poder, a cambio de algunas prebendas.

No es ningún secreto que Genoveva pactó con Fernando Manzanilla para intentar descarrilar a Jesús Zaldívar de la dirigencia del PAN municipal.

Personajes como Genoveva son tan chiquitos que prefieren transar con el gobierno a cambio de algunos beneficios menores, qué pensar en que tienen la oportunidad de ganar las elecciones, incluyendo el Charlie Hall y sobre todo, la mayoría del Congreso del estado.

Pero, para bien de Morena y para mal del PAN, esto es demasiado conveniente para quien tiene una meta más ambiciosa, adueñarse de las principales posiciones del Comité Directivo Estatal.

Y para que luego no digan los panistas qué no se los advertí, se los dejo acá por escrito: con esa presidenta estatal, van a perder hasta el “modito de andar”.

Ni más, ni menos.