Hablar del Centro Histórico de Puebla es contar miles de historias entrelazadas que indudablemente terminarían en restaurantes, cantinas, terrazas, hoteles, tiendas y plazas que conservan en sus paredes la identidad de una ciudad colonial.

Sin embargo, la estampa que vimos ayer por aire y por tierra, fue muy distinta a la que estamos acostumbrados.

Era una mezcla entre el sueño de ver las calles sin ambulantes, el retrato de la mañana del 1 de enero y el acordonamiento de calles tras los sismos de septiembre en 2017.

La Catedral, imponente pero con sus puertas cerradas, atendiendo el llamado para privilegiar la salud de los poblanos antes que los festejos religiosos, incluso los de Semana Santa. En el atrio, un discreto operativo por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) evaluaba los daños en las lajas que dejó la instalación de la réplica de la Capilla Sixtina.

Los restaurantes del Portal, el Royalty, Vittorio's, los helados Santa Clara, La Victoria, las cremitas California, los Tacos Tony, los Churros de Catedral, las cemitas de La güera y los molotes de Mi Acapulco; se suman a la enorme lista de sitios que han bajado sus cortinas en este confinamiento por culpa de la pandemia del coronavirus.

Asimismo, las tortas del Girofle, junto al hotel Gilfer, que no han abandonado las cautivadoras calles del centro, aunque se mudaron hace unos años porque originalmente se ubicaban en el pasaje del Ayuntamiento.

La Covid-19 también apagó las luces de las emblemáticas cantinas como El Nivel, la Ópera y el Salón Corona. Si se pudiera caminar por los portales Hidalgo o Morelos, sería notoria la ausencia del sonido que provocan las cervezas al destaparse o mejor aún, al brindar entre amigos.

Sin la música de los organilleros ni las luchas de los lunes, el sitio que estábamos tan acostumbrados a ver ya no es el mismo. Hoy unas cintas amarillas nos recuerdan que estamos en emergencia sanitaria y que está prohibido disfrutar de un paseo.

Plazas como La Victoria, la calle de los Dulces, panaderías como La Flor de Puebla y negocios como Woolworth, el Tigre Deportes, la Cadena y la Tarjeta; quedaron desérticos

Para los periodistas el primer cuadro también guarda emblemáticos espacios, desde el Palacio del Ayuntamiento y el Congreso local hasta los quioscos de periódicos y claro, los usuales sitios donde las ruedas de prensa surgían diariamente, casi de manera espontánea.

No sólo los negocios dan vida al tradicional centro. La ausencia de personas que cotidianamente veíamos en el zócalo, muestra el sacrificio que hacemos las y los poblanos durante este confinamiento.

Ayer y durante los próximos días no se observarán a los globeros ni a los boleros, tampoco se podrán apreciar a las empleadas de alguna zapatería corriendo de una sucursal a otra. El bullicio de los artistas urbanos y los meseros, desapareció.

Hoy todas esas tradiciones de décadas entrarán también en una larga, casi interminable cuarentena.

Irónicamente, la pandemia y el cierre doloroso pero necesario de este espacio público, nos lleva a un repaso obligado del lugar más vivo de Puebla.