Una vez más, el gobierno de López Obrador demostró que para él, lo más importante es mantener, a costa de lo que sea, números bajos en los casos confirmados de Coronavirus en México.
Y si para lograr ese objetivo es necesario impedir el acceso de pruebas al país, se utiliza a Cofepris. Si reducir al mínimo las pruebas ya no alcanza para seguir “aplanando la curva” pues entonces se pide que los médicos no coloquen la palabra Coronavirus ni siquiera cuando hay sospecha de que un paciente falleciera por el temido Covid19.
A pesar de esta política de ocultamiento, el número de contagios continúa a la alza, en gran parte porque no hemos entendido la importancia de mantenernos en casa la mayor parte del tiempo posible.
Ante ese incremento, que se reflejó en más de 900 casos confirmados el sábado y otros 800 este domingo, la Secretaría de Salud aplicó una nueva fórmula para contener las estadísticas, no así los contagios reales.
Desde la semana circuló entre los médicos y químicos, una carta remitida a los laboratorios clínicos privados. En ella se les explica que aunque las pruebas para detectar SARS-CoV-2 den positivo y se le informe a los pacientes que son portadores del coronavirus, estos test no podrán sumarse a las cifras oficiales.
Pese a que la Secretaría de Salud a través del InDRE y Cofepris autorizaron a una serie de laboratorios privados a realizar pruebas moleculares, resulta que quienes se hagan un examen en esos laboratorios, en caso de ser positivos, no serán parte de la estadística oficial.
Textualmente, en su penúltimo párrafo la carta de la dependencia fechada el 15 de abril y firmada por la directora de Servicios y Apoyo Técnico, Lucía Hernández Rivas y la directora de Diagnóstico y Referencia, Irma López Martínez, dice: “Es importante mencionar que los resultados emitidos por los laboratorios clínicos privados no forman parte de los registros de vigilancia epidemiológica, por lo que la emisión del resultado se realizará directamente al solicitante”.
A la negativa para incluir las cifras de los laboratorios privados al conteo nacional, súmele que desconocemos si los casos confirmados que nos presentan cada noche a las 19 horas deben multiplicarse por ocho, como lo informó en un inicio el subsecretario Hugo López Gatell, o si debemos apegarnos a los estudios de especialistas matemáticos que argumentan que la operación correcta es por 30.
En cualquier caso, la única certeza que tenemos es que los días más críticos ya comenzaron en México y mientras no mantengamos la Sana Distancia junto con las medidas de mitigación de contagios, el fin de la crisis sanitaria aún será largo.
México, el diminuto “gigante” latinoamericano
De acuerdo con los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), México está muy lejos de situarse entre los países de Latinoamérica y el Caribe mejor preparados para afrontar esta pandemia.
En materia de presupuesto, el gobierno mexicano destina alrededor del 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) al rubro de salud. Honduras distribuye 8 por ciento de su PIB y Costa Rica es el país de la zona que más recursos entrega, 10 por ciento.
Esta falta de recursos se refleja, entre otras cosas, en el número de camas hospitalarias por cada mil habitantes. México cuenta con 1.5 camas, mientras que Brasil ofrece 2.2 y Cuba, el país con mejor infraestructura hospitalaria presenta 5.2.
Y para ser más concretos, en el caso de los respiradores, Brasil cuenta con 66 mil aparatos, Ecuador con 12 mil. México reportó que hay 5 mil máquinas para apoyar la respiración de quienes lleguen a los casos más críticos de la Covid 19.
Pareciera que el llamado gigante latinoamericano se encogió de cara a la pandemia.