No terminaba de ubicar físicamente el escritorio de su oficina cuando la directora de Comunicación de Claudia Rivera Vivanco, Magaly Herrera ya tenía la primera detonación de una larga crisis de comunicación en esa administración.

El estallido mediático y político por la adquisición frustrada de 12 ventiladores chatarra para asistir a enfermos de Covid-19 en el Hospital de Traumatología y Ortopedia propició una guerra de comunicados entre el gobierno estatal y capitalino que terminó con el divorcio de la conjunción de esfuerzos para llevar alivio a quienes padecen la enfermedad del siglo.

La nueva funcionaria es periodista probada que ha ofrecido a sus lectores los más acabados trabajos de investigación. “Un halcón frente a la cámara” es uno de los más reconocidos por la enorme calidad para adentrarnos en la vida de un asesino serial que produjo el primer (y tal vez único) video snuff. Un sujeto enfermo en Puebla desde que era menor de edad, hasta entonces perdido en el anonimato de la soledad y abandono.

Nadie como ella persiguió la historia. Esperó días frente a la entonces Procuraduría General de Justicia para que le permitieran acceso a ese material inédito y lo mismo hizo para poder hallar a la madre del inculpado; luego requirió de paciencia de orfebre para construir un relato periodístico que eriza la piel y alienta el miedo.

Esa paciencia deberá ser instrumento recurrente en su nuevo encargo, en la esfera pública, pues anida en esa administración un grupo de colaboradores de la edil capitalina que obedecen a una línea dura, sin capacidad para hacer política que construye, sino al contrario, confronta.

Son los mismos que han trazado la ruta de la confrontación de manera sistemática como una forma de esconder ineficacias o componendas y que ya han sido señalados en esta Parabólica.

Más capacitados para el activismo que para el ejercicio público, terminaron por tirar a un funcionario profesional como Rafael Quiroz, que junto a otra ala de servidores públicos con más aplomo habían buscado influir para terminar con la confrontación con el gobierno estatal, ahora lo vemos, de manera infructuosa.

La presidenta municipal ha cruzado la mitad de su administración y en ese periodo ha tenido tres responsables en el área de comunicación. Primero fue Armando Rocha, luego Quiroz y ahora Herrera, lo que permite confirmar una sospecha: no es el mensajero el del problema.

Es el momento que alguien con más sensatez se lo haga notar pues el último de los tramos que le queda será el más complejo para Claudia Rivera. El poder mengua, no tiene sólidos puentes con factores de poder y los apetitos electorales ya son más que visibles: la tormenta perfecta.

Una variable tiene Magaly Herrera que deberá obrar en beneficio de su encomienda. Como el resto de los colegas de oficio, creció en las redacciones, gastó suelas del calzado en la búsqueda de la nota del día y conoce a todos, hasta por la forma de andar.

Que sea para bien en esta nueva etapa de la vida profesional.