Con el anuncio de Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, de congelar las cuentas de los principales dirigentes de Antorcha Campesina, habrá que esperar movilizaciones y otros berrinches en Puebla y el Estado de México.
La buena noticia es que a diferencia de otros años, la agrupación ya no tiene la misma fuerza y por ello las protestas en las calles no serán tan numerosas como las de antaño. Los recursos con los cuales se financiaban los plantones en las décadas de los ochenta, noventas, y principios de éste siglo, van escaseando pues los gobiernos federal y estatal les han cerrado las llaves.
Santiago Nieto tiene en sus manos un enorme reto: aportar las pruebas necesarias para enjuiciar a los líderes de Antorcha Campesina.
De lo contrario, no sólo tendrá que liberar el dinero de quienes fueron puestos en el ojo del huracán, también deberá prepararse para las contrademandas que se presenten, pues no se trata del primer “adversario” de la 4T a quien se le “congelan las cuentas”.
Ahora que si los investigadores hacen bien su chamba, es posible que la ruta del dinero presuntamente mal habido les lleve hasta las gaseras, a la compra de huachicol, al transporte público pirata, a la invasión de predios o a tantos lugares más.
Una historia de abusos
En el gobierno de Guillermo Jiménez Morales a principios de los ochenta, cuando la agrupación comenzó a tener fuerza, dos fueron los municipios clave en Puebla: Tecomatlán, tierra del cacique Aquiles Córdova, y Huitzilan de Serdán, punto clave en la Sierra Norte para extender su movimiento.
De ser un movimiento campesino pasó a ser un grupo de choque urbano, ahí se comenzaron a desvirtuar los objetivos. A sus afiliados se les prometieron casas y terrenos. Inició la invasión de propiedades por medio de la fuerza, al grado que la gente prefirió perder sus propiedades antes que enfrentarse a éste pulpo.
Después los antorchistas ingresaron al transporte público con las unidades “pirata”. Algunos gobiernos para no meterse en problemas los toleraron otros abiertamente les dieron permisos “provisionales”.
Antorcha hacía grandes plantones, se quedaba tres meses afuera de Casa Aguayo, o del ex palacio de gobierno en Avenida Reforma, y para mantener a los agremiados en las calles, los líderes utilizaban los recursos para el campo que les entregaban los gobiernos.
Hasta a uno de esos plantones llegó un Mercedes Benz escoltado por camionetas de lujo. De la unidad bajó el líder Aquiles Córdova, aquel que habla de la desigualdad, viendo a su gente comer en el piso, mientras él era endiosado.
¿Garrote de la 4T?
Aunque reconocemos los excesos de la agrupación de Aquiles Córdova Morán, lo peligroso es que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) cada vez se parece más a un garrote político.
Al igual que lo fueron las entonces procuradurías o las Auditorias Superiores, hoy el espacio de Santiago Nieto es un organismo que burdamente “congela cuentas” sólo a los enemigos de la Cuarta Transformación.
La Unidad de Inteligencia Financiera está apartándose de su función y olvida la imparcialidad. Insisto, sin defender a Antorcha Campesina, ¿La UIF habría embargado los bienes de Aquiles Córdova o de Brasil Acosta si el movimiento fuera lopezobradorista?