Ayer el en Senado se destapó una caja de Pandora. El panista José Erandi Bermúdez puso el dedo en la llaga y acusó la pésima redacción de la pregunta que se aprobó en la Suprema Corte para la consulta sobre el enjuiciamiento a los expresidentes.

Actualmente el texto señala que se podría llevar ante la justicia a los “actores políticos del pasado”. Así de ambiguo, así de genérico, por lo cual Erandi Bermúdez advirtió que Manuel Bartlett, señalado por la caída del sistema en las elecciones de 1988, podría ser llamado a cuentas.

El exgobernador poblano no sería el único elemento del gabinete de la Cuarta Transformación que podría caer en ese supuesto, aunque claro habrá mil triquiñuelas para que los hoy purificados por el manto lopezobradorista puedan evadir las rejas.

El problema de fondo es el desgaste que se genera con esa pelea. Andrés Manuel no busca justicia ni evadir la impunidad, por ejemplo, no desea rendir cuentas por los señalamientos que en su momento se le hicieron cuando se entercó en edificar el segundo piso del Periférico cuando era Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Lo que AMLO realmente quiere con todo su ser es tener parque para la próxima elección porque diga lo que diga, lo suyo, lo suyo es estar en campaña. Ya vimos que gobernar simplemente no se le da.

Un detalle más que parece tener sin cuidado a los legisladores y al propio presidente es que la justicia no es retroactiva, además de que los delitos prescriben.

Aunque ciertamente el enemigo favorito de López Obrador, Felipe Calderón, aún tiene muchas cuentas pendientes, enjuiciar a los expresidentes o exsecretarios por corrupción, nepotismo, negligencia, cohecho o lo que se les quiera imputar, no será nada fácil.

Confiemos en que su terquedad no termine por desmorona al Poder Judicial, cosa que sería muy lamentable aunque ya vimos que cuando se empecina, no hay poder humano que lo haga entrar en razón.

La Parabólica emigra, el amigo se queda

Entre los muchos motivos de orgullo como director de Intolerancia, es haber visto en nuestras páginas, a los mejores columnistas de Puebla.

En la mayoría de los casos, quienes han dicho adiós a este rotativo, lo han hecho para afrontar nuevos retos de mayor responsabilidad.

Esta vez el caso no es distinto. Fernando Maldonado que antes que un colaborador es mi amigo, deja de escribir su Parabólica en Intolerancia Diario, para llevarla al medio que desde hace unas semanas dirige.

Y aunque es un tema de congruencia, la realidad es que lamento su salida, pero me reconforta saber que el éxito de Maldonado en su nueva trinchera está más que garantizado.

Su profesionalismo y apego al oficio periodístico aseguran que la lectura de su columna sea más que obligada.

No le deseo suerte porque no la necesitará, pero sí lo felicito por anticipado por esos logros que en breve alcanzará.

Y de la misma forma que se lo he dicho a muchos de los que han emigrado de nuestra casa editorial, sabe que las puertas de Intolerancia las tendrá siempre abiertas.

Un abrazo hermano.