Cuando en el ambiente taurino reinaba el pesimismo debido a la pandemia, “Zacatecas, Tierra de Toros” organizó un ciclo cultural virtual que ha provocado profundas reflexiones sobre el pasado, presente y futuro de la tauromaquia.

El simposio digital reunió intelectuales de distintas especialidades –filosofía, managment, veterinaria, antropología, estudios novohispanos, historia y letras clásicas–, pero con una pasión en común: La fiesta brava.

Me explicaba Don Horacio Reiba, uno de los pensadores poblanos más importantes de la actualidad, que el arte interpela y mueve con mayor vigor una mente educada y alerta que otra que sólo se deje impresionar superficialmente. Por eso, como lo demostró “Zacatecas, Tierra de Toros”, es posible observar académicos que, en sus ratos de ocio, dedican su inteligencia a profundizar sobre un arte efímero que es combatido cada día desde más frentes.

Un intelectual es alguien que realiza una reflexión crítica sobre la realidad y comunica sus ideas con el objetivo de influir y mover a la sociedad.

El factor clave para considerar a un pensador (científico, filósofo, escritor o artista) como un intelectual, es el grado de compromiso con la realidad de su época. Jean Paul Sartre decía que intelectual es el que se mete donde no lo llaman.

Coordinados por el periodista Juan Antonio de Labra, los doctores Julio Fernández, Fernanda de Haro y François Zumbiehl utilizaron sus amplios conocimientos académicos para hacer un análisis y provocar un llamado que puede resultar transformador para la tauromaquia del siglo XXI.

Fernanda de Haro hizo un recorrido histórico por el antitaurinismo y explicó que, sin detractores, no sería posible la fiesta brava. Y es que las corridas de toros son un arte tan intenso que lo mismo provoca la emoción sublime, que un aguda repulsión.

A los pesimistas, aquellos que creen que la pandemia acabará con los toros bravos, la doctora de Haro les dijo que esta no es ni con mucho la mayor crisis que ha vivido la tauromaquia. El espectáculo taurino ha evolucionado y se ha fortalecido gracias a las dificultades y al diálogo con los antitaurinos.

Ante este llamado, el doctor Julio Fernández presentó los resultados de años de estudios científicos que tienen como propósito mejorar los aspectos fundamentales de la lidia.

Ante la sensibilidad de la sociedad actual, las corridas de toros requieren evolucionar y para ello el Dr. Fernández propone la modificación de los utensilios en la corrida de toros. 

Y así como el peto que se coloca a los caballos desde 1928 coadyuvó a la evolución del toreo moderno, la utilización de materiales y técnicas más actuales (por ejemplo, la nanotecnología) en la manufactura de la divisa, puya, estribo de la montura de picar, banderillas y espada, permitiría no sólo una mayor emoción, sino favorecer al toro durante su lidia.

La mente clara y elocuente del doctor François Zumbiehl, nos hizo entender porque Francia se ha convertido en uno de los más importantes epicentros taurinos de la actualidad.

Ante una sociedad que intenta humanizar a los animales, pensadores como Zumbiehl han hecho entender a los franceses que la tauromaquia defiende los valores grecolatinos y judeocristianos. Y por eso se llenan las plazas en Arles, Bayonne, Béziers, Céret, Dax, Nîmes y otras ciudades de Francia donde la población acude, sin traumas, a emocionarse con los valientes que crean belleza arriesgando su vida ante una bestia.

El sociólogo norteamericano Amitai Etzioni explicaba que el papel de los intelectuales es cuidar de falsas suposiciones colectivas que sostienen los ciudadanos. 

Los académicos –como se vio en el Ciclo Cultural Virtual de “Zacatecas, Tierra de Toros”– pueden contribuir a renovar, reconstruir, imaginar un espectáculo taurino evolucionado que, fincado en sus valores y en la tradición, innove y se adapte.