Juan José Arreola decía que "el hombre tiene una nostalgia de la creación, no se conforma con vivir sino que también necesita crear". Para el escritor de Zapotlán el Grande, Jalisco, el problema del arte “consiste en untar el espíritu a la materia, en tratar de detenerlo”.
Comprendí lo que decía Arreola al escuchar las rapsodias de Blas Galindo, compositor oriundo de San Gabriel, Jalisco. Blas –junto con José Pablo Moncayo, músico de Guadalajara– fue una figura clave del nacionalismo al incorporar en su música sinfónica ritmos populares.
Su exaltación del folclor mexicano lo llevaron a componer piezas de gran belleza y exotismo como Sones de mariachi o su sinfonía número 2, que son una muestra de la búsqueda de la identidad nacional en el terreno musical.
Algo similar consiguió José Clemente Orozco (también de Zapotlán el Grande, Jalisco) al representar en sus murales la diversidad de componentes estilísticos que reflejan temáticas como la conquista, la revolución, el hombre indígena o la deshumanización del trabajo moderno.
El arte, a través de sus diferentes formas de expresión, es un vehículo constante en la manifestación de ideas, deseos y pensamientos, tanto individuales como colectivos. Jalisco es tierra de artistas que han expresado su sentimiento a través de distintos lenguajes. Consuelito Velázquez (Zapotlán el Grande) en la música; Dr. Atl (Guadalajara), Raúl Anguiano (Guadalajara), Juan Soriano (Guadalajara), María Izquierdo (San Juan de los Lagos) en la pintura; Juan Rulfo (San Gabriel), Mariano Azuela (Lagos de Moreno), Agustín Yáñez (Guadalajara) o José Agustín (Guadalajara) en la literatura.
En la fiesta brava destacan Pepe Ortiz “el orfebre tapatío” y Manuel Capetillo, toreros singulares, dueños de inventiva y expresión artística.
Pepe Ortiz fue uno de los toreros más creativos de la historia que dejó quites barrocos de gran belleza como la orticina, la tapatía, las guadalupanas o el quite de oro. Capetillo no sólo tenía una personalidad arrolladora, sino temple y profundidad que le hicieron dar una dimensión y ligazón a sus pases que lo convirtió en el mejor muletero del mundo.
Para Octavio Paz, sin pasado y futuro es impensable un arte intemporal, eterno. En su ensayo los privilegios de la vista, el poeta nos hace ver que sin pasado y futuro el arte está condenado a un presente, un pedazo de la historia del arte pero no arte que trascienda.
Para entender el futuro, Mario Alberto Suarez –un neurocirujano que creó una fundación que apoya a artistas jaliscienses– me hizo un recorrido por una exposición de jóvenes pintores de Guadalajara.
No cabe duda que el arte posee una función social y que las corrientes se caracterizan por compartir cualidades no sólo plásticas sino también por abordar temáticas similares, lo que hace de ellas un modo particular de acercarse a los distintos fenómenos de la realidad.
Dentro del futuro del arte, me entusiasman particularmente dos artistas jaliscienses. Isaac Hernández (Guadalajara, 1990), el bailarín principal del Ballet Nacional de Inglaterra, es el único mexicano que ha recibido el Prix Benois de la Danse, considerado el Oscar de la danza. Y Rubén Núñez, novillero tapatío quien resultó triunfador de la V edición del certamen “Guadalajara Busca Torero”, cuya final se celebró Almoguera, provincia de Guadalajara en Castilla-La Mancha, España.
Conocí a Rubén en la Academia Municipal Taurina de Guadalajara. Destacaba por su seriedad, firmeza y convicción de ser torero. Siendo un chavalillo, me llamaba la atención su capacidad de introspección. Me confesó que el torero que más lo inspiraba era Lorenzo Garza. Hace un par de años se fue al CITAR, un centro de alto rendimiento taurino en España, donde destacó desde su llegada.
En el año de la pandemia, a pesar de que casi no ha habido corridas, Rubén Núñez ha toreado cuatro novilladas sin picadores triunfando en todas ellas.
La magia del Internet nos permitió verlo el pasado sábado 17 de octubre en una novillada de triunfadores en Toledo. Haciendo gala de su origen tapatío, estuvo variado en quites: caleserinas de rodillas; zapopinas, saltilleras muy ajustadas y cambiándole el viaje. A su primero enemigo le realizó una faena con derechazos largos y ligados.
A su segundo lo toreó por naturales de gran belleza que remataba con desdenes viendo al tendido. De familia de bailarines, tiene una gran expresión corporal que, combinado con un valor seco, casi temerario, conecta con el público.
Jalisco es tierra de artistas. Hombres y mujeres que, buscando su identidad, han expresado su necesidad de crear a través de distintos lenguajes artísticos. Con ello, como lo advertía Arreola, intentan ungir su espíritu a la materia.