Imagine el lector: en el centro histórico de la ciudad de Puebla hay por lo menos 800 mujeres que ejercen la prostitución, todas ellas en casonas que funcionan como moteles clandestinos y que entregan cada una 100 pesos diarios, como pago de piso, a Martin Juárez, que a través de su organización de vendedores ambulantes 11 de Marzo, controla desde la 14 hasta la 8 Poniente y de la 5 de Mayo a la 5 Norte, donde se encierran estos inmuebles.

Este personaje se lleva al bolsillo 80 mil pesos diarios, sin pago de impuestos, ni inversión alguna, solo estirar la mano y obtener lo que estas mujeres devengan con el sudor de su cuerpo y con su propia salud. Y esta cantidad solo es una parte de sus múltiples ganancias, que tienen que ver con el narcomenudeo y otros ilícitos, incluso la protección a quienes en esas mismas calles se dedica al atraco y a otro tipo de felonías.

Sin ser un conocedor de las leyes un servidor considera que obligar a estas mujeres a pagar protección para que puedan ejercer sus actividades se considera como un delito de trata de personas y debe de ser investigado por la Fiscalía General del Estado, y sancionado conforme a las leyes del estado.

El puro dicho por estas mujeres, ante medios de comunicación, donde sostienen que además de los 100 pesos diarios, deben pagar a este personaje, también deben retribuir con favores sexuales a él o a cualquiera de sus amigos o con quienes tiene algún tipo de negocio ilícito.

Estará usted de acuerdo que a esa práctica ilegal del cobro de piso y de amenazas, seguidas de golpes a las mujeres que se niegan a pagar su cuota se debe calificar como crimen organizado y se debe investigar de la misma forma, porque genera ganancias que constituyen otro delito, que no es otra cosa que enriquecimiento ilícito y si le sigue buscando otras felonía igual de graves.

Y este, amable lector, es el motivo de que Martín Juárez, pretenda apoderarse de todas las calles del primer cuadro de la Angelópolis, donde además de los cobros a vendedores ambulantes, va a tener el poder para poder arrodillar al gobierno tanto del estado como del municipio, utilizando a hombres armados, para convertirse en otro líder y convertir en una especie de cartel como el de La Unión de Tepito, que hasta el momento es difícil de controlar.

Y si el lector piensa que esto que le digo es una exageración, nada más le comento que Martín Juárez y un grupo de pistoleros, que son pandilleros de diversos barrios, además de presuntos elementos de inteligencia, amenazan a grupos de comerciantes informales para que desconozcan a sus líderes y sea a él a quien le paguen protección, lo que pudo haber provocado, la tarde del miércoles un enfrentamiento donde corriera la sangre.

 

 

Y lo más malo, es que ni la Policía del Estado o la misma Secretaría de Seguridad Ciudadana, se han acercado para brindar seguridad no sólo a los comerciantes establecidos e informales, sino a todos los civiles que acuden a realizar sus compras, en otras palabras, están dejando que este grupo se apodere de una fracción muy importante de la capital de Puebla, que detone armas de fuego, que extorsione, amenace.

La anarquía en todo su esplendor.

Nos vemos cuando nos veamos.